top of page
top

¿Por qué la primera infancia es un período crucial en el desarrollo de las personas?


Desde la Fundación Bunge y Born estamos convencidos de que es fundamental que como sociedad destinemos esfuerzos y recursos para mejorar las condiciones de vida de los niños más pequeños. Existe vasta evidencia científica que demuestra que la primera infancia es un período especial en el desarrollo humano. Por ejemplo, más del 80% del cerebro de los bebés se forma antes de los tres años (UNICEF, 2016).


Todo lo que ocurra alrededor de los niños durante este tiempo tiene una importancia particular, porque sienta las bases para el crecimiento y los aprendizajes futuros. El contexto que rodea al niño moldea el desarrollo y puede potenciarlo o perjudicarlo.


Hay mucho por hacer para que todos los niños vivan en entornos apropiados para su desarrollo. Pero la buena noticia es que para que reciban una buena parte de lo que necesitan a esta edad, los recursos económicos o materiales no son determinantes. El componente principal para un buen desarrollo infantil es la posibilidad de participar en interacciones de calidad.


La presencia de una persona a cargo amorosa, que responda a las necesidades del niño, que devuelva un gesto ante sus miradas curiosas, que le hable, que le ayude a descubrir el mundo, que le demuestre afecto, que le cante, que le muestre objetos, que lo haga parte de las actividades cotidianas, que le dedique tiempo, que juegue con él o ella, es lo más importante. Según UNICEF, jugar al menos 15 minutos diarios con un bebé puede desencadenar infinitas conexiones cerebrales que no lo harían de otra forma.


Mucho se habla de las habilidades que los jóvenes necesitan desarrollar para participar de manera exitosa en un mundo en constante cambio. Sin embargo, la adquisición de conocimientos y el aprendizaje en la etapa intermedia de la infancia, durante la adolescencia y en la edad adulta, se basa en las capacidades fundamentales establecidas entre la gestación y la primera infancia (The Lancet, 2011).


La base para el desarrollo de un buen funcionamiento ejecutivo se encuentra en la posibilidad de haber generado relaciones estables, establecido vínculos seguros, y participado de situaciones lúdicas durante los primeros años de vida. Uno de los mayores desafíos es trabajar para que todos los cuidadores conozcan la importancia de cada pequeña interacción que puedan ofrecer a los niños.


En tiempos como los actuales, donde aumentan las situaciones de estrés debido a las adversidades sociales y económicas, la constante amenaza a la salud física y emocional, la falta de oportunidades de interacciones sociales y otros factores relacionados; es particularmente importante acompañar a las familias para que no dejen de estar atentos a las necesidades de los más pequeños.


Por eso les acercamos algunas consideraciones para promover un desarrollo óptimo de los niños en los primeros años de vida en este contexto:


3 factores claves para estimular el desarrollo en Primera Infancia


1) La interacción social

Hablar con los bebés es fundamental para promover el desarrollo neurolingüístico y socioemocional.


2) Actividad física

La estimulación de la motricidad fina y gruesa sienta, a través de actividades, las bases que el cuerpo necesita para aprendizajes futuros.

Motricidad fina: actividades manuales que les permitan ganar precisión en sus manos Motricidad gruesa: actividades corporales que impliquen movimiento, como correr o saltar


3) Experiencias novedosas

Los primeros años de vida son esenciales en la incorporación de estímulos. Es importante que les demos posibilidades de conocer espacios, de poder tocar, oler, oír, utilizar sus sentidos e incorporar nuevas sensaciones.


¿Cómo trabajamos la primera infancia desde la Fundación?


En la Fundación consideramos que esta etapa es clave para reducir las brechas de desigualdad en el futuro y generar un ahorro en la inversión pública a largo plazo. Actualmente, tenemos dos proyectos en curso que buscan potenciar el desarrollo cognitivo y socio-emocional de los niños pequeños, a través de diferentes enfoques.


En el marco de la pandemia, desarrollamos Crianza en Red (CER), para que padres y cuidadores puedan estimular a los más pequeños de la casa, divertirse y aprender con ellos, especialmente en un contexto de distanciamiento social. Se trata de una campaña de comunicación de ocho semanas de duración, dirigida a padres, madres y otros cuidadores de niños de 12 a 36 meses de edad. Los mensajes se distribuyen masivamente tres veces por semana vía WhatsApp y abordan, en forma secuencial, distintos aspectos de la crianza y el desarrollo infantil temprano tales como el vínculo entre adultos y niños, el desarrollo del lenguaje, la adquisición de hábitos saludables, y el desarrollo de la motricidad. En la primera campaña mandamos más de 6.000 mensajes personalizados y llegamos a más de 200 familias en situación de vulnerabilidad.


El otro proyecto, es EJE/ Espacio de Juego y Encuentro, inició en 2019 con el objetivo de promover el hábito del juego compartido entre el adulto (madre/padre/tutor) y el niño y generar evidencia transferible al ámbito de las políticas públicas. Estamos desarrollando diferentes espacios recreativos en barrios vulnerables de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde los niños compartan tiempo de calidad con los adultos a su cargo y, a su vez, desarrollen distintas habilidades relacionadas con el lenguaje, la capacidad de representación abstracta, habilidades metacognitivas y de autorregulación.


El valor del juego es reconocido por la investigación básica y las políticas públicas como una herramienta para potenciar el desarrollo cognitivo y socio-emocional de los niños. Es por eso que desde la Fundación partimos de una base lúdico-cognitiva para desarrollar iniciativas que apuesten al desarrollo de los niños a largo plazo.



bottom of page