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La OMS nunca recomendó cuántos espacios verdes debe tener una ciudad


Por Tais Gadea Lara


CHEQUEADO, 1 de julio de 2021.-

Si tenés sólo unos segundos, leé estas líneas:

  • “La Organización Mundial de la Salud recomienda entre 10 y 15 metros cuadrados de espacio verde por habitante”, es una frase repetida por diferentes referentes políticos que no es cierta.

  • La pandemia visibilizó la importancia de los espacios verdes públicos como áreas de recreación, socialización e, incluso, actividades económicas.

  • Por qué son importantes, qué características deberían tener y qué recomiendan los expertos para mejorar la situación de estos espacios en la Ciudad de Buenos Aires.

“La Organización Mundial de la Salud recomienda entre 10 y 15 metros cuadrados de espacio verde por habitante”. Diferentes referentes políticos suelen citar esta frase (o afirmaciones similares) para comparar la situación con las ciudades locales, especialmente con la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Incluso, los números a veces cambian en diferentes referencias de 10 a 20 metros cuadrados. La frase se repite también como un mantra a seguir cada vez que aparece una disputa por el espacio verde. Sin embargo, ¿de dónde sale este dato? ¿existe?


Ante la total ausencia de un reporte, una cita o un estudio que hubiera realizado la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre este tema, Chequeado consultó a la organización internacional y desde allí confirmaron que no es posible encontrar una declaración de la OMS sencillamente porque no existe. La “recomendación” ha circulado múltiples veces durante estos años y se convirtió en una “verdad no chequeada”.


Dicho esto, ¿no tenemos ninguna referencia a tener en cuenta? En un documento del Centro Europeo de la OMS para el Ambiente y la Salud publicado en 2016 se mencionan indicadores que se pueden utilizar para establecer estándares de accesibilidad de espacios verdes.


La agencia de gobierno británico Natural England recomienda que cualquier persona, dondequiera que viva, debe tener un espacio verde accesible de al menos 2 hectáreas de tamaño a no más de 300 metros de distancia desde su casa, esto es, a 5 minutos a pie. El European Common Indicator de la Unión Europea sugiere que esa distancia se aproxima a una caminata de 15 minutos.


Se trata, entonces, de referencias generales, pero que -como se afirma en el documento- “no existe un acuerdo claro sobre el uso de una distancia que represente accesibilidad”.



Fuente: Fundación Bunge y Born.

Como se observa en este mapa de la Fundación Bunge y Born, gran parte de la superficie de la Ciudad de Buenos Aires se encuentra a menos de 10 minutos de caminata a un parque o plaza. Sin embargo, un 12,4% de la población de la ciudad reside lejos de un espacio verde público. Es decir, a más de 350 mil porteños les hace falta un parque o una plaza cerca de su vivienda


¿Utiliza la Ciudad alguna referencia? La Dirección de Espacios Verdes y Arbolado del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires respondió a Chequeado que, “según recomendaciones internacionales, la cantidad de espacio verde por habitante en una ciudad es de aproximadamente 10 metros cuadrados y que la Ciudad tiene un poco más de 6 metros cuadrados de espacios verdes por habitante”.


De hecho, hasta 2018, que son los últimos registros del Gobierno porteño, en la Ciudad de Buenos Aires había 6,09 metros cuadrados de superficie de espacio verde por habitante. Pero, ¿qué tipo de espacios verdes se incluyen en ese conteo? Según los registros por comuna, se puede observar que el gobierno toma como tales desde plazoletas, plazas y parques hasta veredones y canteros.


La pandemia visibilizó la importancia de los espacios verdes públicos en las ciudades cuando, tras las medidas de confinamiento, este tipo de espacios fueron las áreas permitidas para encuentros, dispersión y realización de actividades físicas. Comprender la importancia de los espacios verdes en el día a día va más allá de la cantidad e implica considerar otras variables complementarias.


Cómo se podría mejorar estos espacios en la Ciudad


Volviendo al inicio del debate por una referencia inexistente de la OMS, los expertos consultados coinciden en que la calidad es tan importante como la cantidad. La metodología empleada por el estudio del arquitecto danés Jan Gehl -impulsor de transformar las ciudades con las personas en el centro- para todos sus trabajos de mejora de las ciudades se basa en métricas de observación: cómo se usa el espacio público y cómo resuelve (o no) las necesidades de las personas que allí habitan.


“No se trata tanto de la cantidad, sino de la calidad de vida que ofrece el espacio público. Hay que comprender cuáles son las necesidades de la comunidad y qué es lo que genera que las personas lo vayan a usar”, sintetizó Candelaria Mas Pohmajevic, arquitecta mendocina y diseñadora urbana en la sede de Nueva York de Gehl. La experta agregó: “Hay que entender qué es lo que el usuario necesita y no sólo cumplir con un diseño”.


La participación de la comunidad para la mejora de los espacios existentes o la creación de nuevos espacios verdes son los elementos en común que los expertos consultados recomiendan para el caso de la Ciudad de Buenos Aires, una ciudad que, ya histórica y estructuralmente, ha mostrado una dispareja distribución de norte a sur.


Según datos de la Fundación Bunge y Born, el 25% de la población de menor nivel socioeconómico de la Ciudad carece de acceso a espacios verdes, situación que sólo afecta a un 4% de las personas de mayores ingresos de la ciudad.


“Tenés que involucrar a la sociedad porque el espacio público es el que luego usará la gente y tiene que recibirlo con un nivel de vínculo colectivo”, aportó el licenciado en Diseño del Paisaje por la Universidad del Museo Social Argentino, Fabio Márquez, refiriéndose a la relevancia y necesidad del diseño participativo. “Las personas van a ser los guardianes de ese lugar. El sentido de pertenencia se tiene que cultivar desde las bases”, subrayó Mas Pohmajevic, quien explicó que esa participación puede darse a través de encuestas, charlas o ejercicios de aporte de ideas.


Ello implica definir participativamente cuestiones como la calidad de los bancos, la transitabilidad sin barreras arquitectónicas, los juegos infantiles -que sean didácticos y usables-, y las áreas de sol y sombra.


Desde la Dirección de Espacios Verdes y Arbolado del gobierno porteño explicaron a Chequeado que actualmente “la calidad de los espacios verdes se mejora a partir de la descentralización en las Comunas, tanto en lo que respecta a requerimientos de los espacios como a las necesidades y los deseos de los vecinos”. Y explicaron que cada comuna se ocupa de las tareas de jardinería, limpieza y mantenimiento general.


La importancia de los espacios verdes públicos


“El espacio público, desde las veredas activas hasta lo verde, es generador de comunidad, no sólo para la vida pública sino también por las oportunidades que generan”, describió a Chequeado Mas Pohmajevic.


Es ese carácter de lo público lo que para la arquitecta y co-fundadora de Urbanismo Vivo, Carolina Huffmann, realmente destaca a los espacios verdes: “Por lo público se entiende que tiene que ser de acceso a todas las personas. Los espacios verdes públicos son los espacios de encuentro, de dispersión, de conexión con la naturaleza. Son los pulmones verdes, que cumplen una función de cambio de aire y de paisaje, de tranquilidad mental y visual”.


Las ciudades no sólo son el hogar de más de la mitad de la población mundial, sino que también son, según ONU-Hábitat, responsables del 70% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, contribuyentes al cambio climático. “Aumentar el número y la calidad de espacios verdes puede mitigar los contaminantes climáticos de corta vida que producen un fuerte efecto de calentamiento global”, explicó en un artículo Nathalie Robbel, oficial técnica del Departamento de Salud Pública, Medio Ambiente y Determinantes Sociales de la Salud de la OMS.


En términos ambientales, no importa sólo la mayor cantidad de verde sino que también tenga características particulares. Márquez enfatizó a este medio la importancia de reintroducir flora nativa porque convoca fauna vinculada.


Los espacios verdes públicos siguen siendo el lugar de encuentro permitido para reducir las posibilidades de contagio de la actual COVID-19, pero sus beneficios sobre la salud no se limitan a este contexto pandémico. Según un estudio publicado en la revista Scientific Reports, pasar 120 minutos (2 horas) a la semana en contacto con lo natural aporta beneficios a nuestra salud y bienestar. Ese vínculo en una plaza, un parque, un camino de árboles contribuye a disminuir los niveles de estrés y la presión arterial, así como a reducir el riesgo de asma y alergias.


“Los espacios verdes públicos son el espacio per se más democrático de la ciudad para generar encuentro, recreación y otras actividades. Son un espacio de relax totalmente distinto y antagónico con el resto de la ciudad, que es productiva, para estudiar, para trabajar”, destacó Márquez.

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