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Democracia y diálogo: una iniciativa en contra de la resignación

"Mi País Conversa" es una plataforma donde se responde por si o por no a preguntas de política, economía y sociedad; y un algoritmo empareja a una persona con otra que respondió de manera opuesta.


Ilustración: Daniel Roldán


Por Iván Petrella*


CLARÍN, 21 de abril de 2023.- La democracia sufre de dos grandes problemas: la polarización y la resignación. A la primera hasta le pusimos un nombre: la grieta. La resignación tiene menos prensa, pero sus efectos son todavía peores. Según Latinobarómetro, entre 2010 y 2020, el porcentaje de población que prefiere la democracia por encima de otros sistemas disminuyó del 63% al 49%, mientras que el porcentaje que responde que les da igual vivir en una democracia, o no, aumentó del 16% al 27%.


Además, el informe indica que el apoyo a la democracia en nuestro país disminuyó en 11 puntos porcentuales, del 66% al 55%. No debería sorprender. La democracia pierde razón de ser si sentimos que nada de lo que hagamos como ciudadanos puede cambiar las cosas, mejorarlas.


La polarización y la resignación afectan la cultura democrática; porque la democracia es más que el Congreso, el Ejecutivo, el Sistema Judicial: es un grupo de valores y de hábitos que incluye las ganas de informarse, de participar, de escuchar, de reflexionar y de conversar. No nacemos con ellos sino que hay que ejercitarlos, como un músculo, para fortalecerlos. Sin ellos, las instituciones políticas no funcionan bien.


Esto nos recuerda que no hay democracia posible sin el cumplimiento de normas, las escritas y las no escritas, que hacen a la convivencia general. En Cómo mueren las democracias, Steven Levitsky y Daniel Ziblatt muestran cómo la violación de normas por parte de políticos puede provocar una crisis en el sistema democrático. Por otro lado, Richard Hass, en The Bill of Obligations, establece las obligaciones que deben cumplir los ciudadanos para que la democracia funcione.


En nuestro país, Carlos Nino trazó, en Un país al margen de la ley, el mal funcionamiento político y la falta de desarrollo económico, a la anomia y la anomia boba. La anomia es el incumplimiento de las normas y las leyes mientras que la anomia boba es cuando esa ilegalidad generalizada resulta en situaciones en las que la sociedad en su conjunto es perjudicada.


Por eso, es importante explorar experiencias que ayuden a sobreponerse al cinismo en relación a la posibilidad de cambiar para mejor. Un ejemplo está ocurriendo en nuestro país en este momento. Mi País Conversa es la versión nacional de la movida global “My Country Talks.” Es una plataforma donde se responde por “sí” o por “no” a cinco preguntas de política, economía y sociedad; y un algoritmo empareja a una persona con otra que respondió de manera opuesta.


La propuesta es que se junten, de manera presencial o virtual, simplemente a conversar. Ya se hizo en 30 países, pero es la primera vez que se hace en Latinoamérica (https://mipaisconversa.org/sumate/).


Para concluir, John Dewey, el filósofo de la democracia más importante del siglo 20, insistió una y otra vez, en que la democracia era un experimento: frágil, podía fracasar, dependía del cuidado de quienes la armaban, y sus resultados se veían siempre en el futuro. Ejercitar la cultura democrática no es otra cosa que empezar a hacernos cargo de un experimento en el cual, seamos conscientes o no, todos somos partícipes.


*Iván Petrella es Director de cultura, humanidades e industrias creativas, de la Fundación Bunge y Born.

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