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- Voces de lujo en la Academia Nacional de Ciencias
La institución, fundada por Sarmiento en Córdoba, cumple 150 años y organizó charlas de científicos de diferentes áreas. Las cordobesas Gabriela González y Sandra Díaz encabezaron las disertaciones, que siguen hoy. LA VOZ DEL INTERIOR, 12 de septiembre de 2019 - Durante las primeras décadas de vida, la Academia Nacional de Ciencias (ANC) se dedicó a explorar el territorio argentino en busca de nuevas plantas, animales y geografías. Estas expediciones tenían la misión de conocer los recursos humanos del país. Domingo Faustino Sarmiento sabía de la importancia que tenía la ciencia para el desarrollo del país. Por eso es que durante su presidencia decide crear la academia, a pesar de que el país estaba inmerso en plena Guerra de la Triple Alianza. Ayer, la institución celebró sus 150 años. El acto fundacional fue una ley promulgada el 11 de septiembre de 1869 que habilitaba al presidente de la Nación a contratar a 20 profesores extranjeros para investigar y dar clases de ciencias naturales en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Lejos de aquellas expediciones pioneras por el entonces desconocido territorio nacional, ahora la academia apuesta por promover la ciencia con otros medios. “Hoy, las academias del mundo se dedican a promover la ciencia, por ejemplo, con el intercambio de publicaciones, con diferentes premios para reconocer el trabajo científico, conferencias para especialistas y público en general y muestras científicas”, detalló Juan Tirao, presidente de la ANC. El académico también valoró el esfuerzo de la gente que integra la institución para poder lograr esta celebración en plena crisis de la ciencia argentina de la que la academia no está exenta. La celebración comenzó el lunes con actividades orientadas a las escuelas y los niños, una de las misiones que se ha fijado la institución en esta nueva etapa. El martes se llevaron a cabo una serie de conferencias en conjunto con la Academia de Ciencias de América latina. Este es otro hecho destacado: en los últimos años, la ANC ha consolidado vínculos con instituciones hermanas de la región. Ayer, el día de la fundación, se realizaron los actos centrales. A primera hora, la física cordobesa Gabriela González fue promovida como miembro de la academia. La presentación estuvo a cargo de Tirao. González dio una charla sobre Einstein, agujeros negros y ondas gravitacionales. La egresada de la UNC fue protagonista de la primera detección de ondas gravitacionales realizada en 2016. La investigadora explicó cómo se pudo realizar semejante proeza técnica: medir un pequeño bamboleo en la matriz espacio-tiempo desde la Tierra que fue generado por la colisión de dos agujeros a miles de años luz de distancia. González aseguró que ya han publicado los resultados de 10 detecciones de ondas gravitacionales y que, en esta nueva etapa, están detectando entre cinco y 10 episodios por mes. Indicó que en el futuro se van a sumar otros detectores que permitirán oír mejor estas ondas. “Estamos en los principios de la observación de las ondas gravitacionales”, aseguró. Luego, Pedro Depetris, vicepresidente de la ANC, presentó un libro que conmemora el 150º aniversario y que realiza un detallado recorrido por la historia de la institución. Además, estuvo presente Gerardo della Paolera, de la Fundación Bunge y Born, quien brindó apoyo para la edición del trabajo. Della Paolera elogió el tesón con el que la institución sigue sosteniendo la ciencia en un país con tantas turbulencias. Ecología funcional Luego fue el turno de Sandra Díaz, bióloga cordobesa, miembro de la ANC con gran prestigio internacional en la disciplina conocida como ecología funcional. Destacó que los humanos han sentido curiosidad por conocer la naturaleza desde siempre. Detalló que, 50 años atrás, se pensaba a la naturaleza como un recurso natural que podía facilitar el progreso de la civilización y que, al mismo tiempo, se podía proteger aislándolo de las actividades humanas. Esa visión cambió y ahora se entiende a los humanos como parte de la naturaleza, según aseguró. “El bienestar humano depende de una manera compleja y profunda de la naturaleza”, dijo. Agregó: “Influimos de manera directa e indirecta en la naturaleza aunque vivamos en medio de una ciudad”. También recordó que sólo un cuarto de la superficie terrestre y marina no está impactado por una actividad humana. A la tarde, Santiago Kovadloff dio la conferencia sobre “La ciencia, una meditación filosófica sobre su significado”. El acto central se realizó a las 18, con la presencia de autoridades municipales, provinciales y nacionales. Hoy y mañana, la celebración continuará con el V Congreso Argentino de Historia de la Geología.
- La impronta humana está afectando el proceso evolutivo mismo, según Sandra Díaz
Recientemente galardonada con el premio Fundación Bunge y Born, la ecóloga asegura que la crisis climática es de una escala e intensidad inéditas, y que su solución exige un cambio rotundo de paradigma. LA NACIÓN, 7 de septiembre de 2019 - Es un año intenso para Sandra Díaz: después del impacto del reporte del Informe Global de la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES) del que fue copresidenta y vocera, no para de atender sus repercusiones. También este año llegó el anuncio del premio Princesa de Asturias, que le entregarán el 18 de octubre en Oviedo (España), y el premio Fundación Bunge y Born, que recibió en agosto en Buenos Aires. La ecóloga es investigadora del Conicet y profesora de la Universidad Nacional de Córdoba con una carrera impresionante, que incluye ser miembro de la Academia de Ciencias de los Estados Unidos y fellow de la Royal Society de Londres (sí, la de Isaac Newton), algo que para la cordobesa nacida en 1961 en Bell Ville fue "un sueño hecho realidad". Más allá de galardones, Díaz está alarmada por el estado que ha alcanzado la civilización de espaldas a la naturaleza, negándola y atacándola. Pero cree que aún hay tiempo para cambiar una tendencia que puede ser, literalmente, mortal. En particular, Díaz estudia cómo las características morfológicas y fisiológicas de las plantas afectan la forma en que reaccionan a factores del ambiente, incluido el factor humano. "Antes se pensaba que la evolución solo era notable en el plazo de miles o millones de años. Los dinosaurios, luego pequeños mamíferos, después nosotros. Pero hay pequeños cambios evolutivos que se dan muy rápido, en la escala de años o décadas en algunos organismos. Lo vemos como consecuencia de las presiones ambientales en los microorganismos resistentes a los antibióticos, pero también en la maleza resistente a los pesticidas y herbicidas; en plantas y animales resistentes a la contaminación". ¿El cambio climático acelera esa evolución? Sí, para bien y para mal. Todo lo que hacemos influye. No solo el cambio climático, sino también el uso de la tierra, la contaminación; por la intensidad y la escala en que los hacemos, promovemos cambios evolutivos a escala contemporánea. En la Argentina, se ve en la resistencia de las plagas agrícolas. Eso trae consecuencias positivas y negativas. ¿Van a evolucionar las especies lo suficientemente rápido para adaptarse y que no pase nada? No todas lo harán. La mayoría, de hecho, no. Y no todas podrán migrar con la velocidad necesaria para encontrar sitios favorables a su supervivencia. La naturaleza se adapta a muchas cosas; hubo glaciaciones y no desapareció la vida sobre la Tierra, se retrajeron plantas y animales y después avanzaron. Pero fue a escala lenta. Lo que estamos haciendo en los últimos cincuenta años es de una intensidad y escala inéditas. Hay organismos, plantas y procesos ecológicos que no se pueden ajustar. ¿Se viene una reducción de la vida en la Tierra? Lo que quiero decir es que nuestra impronta es tan grande e intensa que afecta el proceso evolutivo mismo. Es así de profundo. No quiere decir que la vida va a evolucionar como un Pokémon y va a estar todo bien. Lo que hacemos supera la capacidad adaptativa de los sistemas. ¿Puede haber una extinción de toda la fauna a excepción de los seres humanos? Antes de eso, nos extinguiremos. Hay organismos que son más resistentes que nosotros. Estamos hablando de un 25% de las especies sobre la Tierra, si no consideramos insectos, que están hoy en riesgo de extinción. Es mucho. No quiere decir que se vayan a extinguir inexorablemente, pero están en peligro. Depende de nosotros si se extinguen o no. Creo que aunque nos pongamos a trabajar hoy, ya no salvaremos a todos. Un proceso irreversible. Es como si viniera un tsunami y hubiera que manotear y salvar la ropa. Se pueden parar muchos procesos, pero no todos. Es demasiado profundo y grande lo que desencadenamos. Hay muchas especies que se pierden y no sabemos que se pierden porque no las conocemos a todas [N.de la R: se conoce el 10% de las ocho millones de especies que se calcula existen en la Tierra]. ¿Qué ejemplos hay de esa evolución acelerada? No es que nace una nueva especie, sino que las plantas producen pequeños cambios evolutivos para adaptarse a cambios en la temperatura, en los regímenes de heladas o para vivir en suelos contaminados. Las poblaciones de aves en ciudades evolucionan para adaptarse a ellas. Las poblaciones de peces se adaptan a las grandes presiones de la pesca. Hay muchísimos ejemplos. ¿No implicaría entonces un cambio en la teoría de Darwin? No, es absolutamente compatible con Darwin. La ciencia lo sabe hace mucho tiempo; lo que pasa es que esa información estaba en manos de expertos hasta hace poco, y ahora se ha visto que es masivo, se ha documentado por todos lados. En el informe del Ipbes hablamos por primera vez de evolución en la síntesis para tomadores de decisiones. Antes se hablaba de contaminación, de extinción, de usos de la tierra. Ahora dejamos claro que nos estamos metiendo con la evolución misma. Miren las consecuencias prácticas, miren lo que se gasta en usar cada vez más herbicidas. La Argentina es un caso claro: se tienen que poner cada vez más productos químicos porque las malezas son geniales en sobrevivir. Respecto de ese millón de especies en peligro, ¿qué se puede hacer? Si vamos a hacer algo, hay que empezar hoy. De hecho, hay muchos ejemplos de cosas que funcionan, pero no a la escala que hace falta. Se pueden salvar especies de la extinción, se puede hacer una agricultura que sea con la naturaleza y no en contra de ella, incluso en la Argentina. Se puede consumir menos y ser feliz. Pero necesitamos escala. Hoy estamos con un palillo tratando de matar un búfalo a toda carrera. Hay que poner el pie en el acelerador. Lo que se hace bien, hacerlo rápido y masivamente. Hay muy poco tiempo, todos los modelos lo muestran. No hay que limitarse a atacar el síntoma: crear áreas protegidas, reciclar la basura y demás ayuda, pero es un analgésico cuando te caíste del piso 24 y te rompiste todos los huesos. Sirve, pero no te salva. Hay que deforestar menos, trabajar mejor con la basura, crear más áreas protegidas, usar menos pesticidas. Pero para que funcione hay que atacar la raíz del problema: los factores o impulsores directos. ¿Y cuáles son esos factores? Son sociales, económicos, políticos e institucionales. Los modos del comercio, del consumo y de la producción. Las regulaciones que se cumplen y las que no; dónde los estados ponen los incentivos y las ideas de progreso; qué idea de éxito tenemos en la cabeza. Hoy el programa que nos hace actuar es incompatible con un mundo vivible a largo plazo. Atacar lo inmediato no tiene sentido si no hay un cambio de fondo. ¿Es posible ese cambio? No imposible, pero sí muy difícil. Técnicamente tenemos un informe de 1500 páginas donde decimos que estos cambios no son imposibles. No es ciencia ficción. Requiere renunciamientos por parte de todos los sectores, bastante chicos comparado con lo que sucederá si seguimos esta trayectoria. Sería como plantear una emergencia bélica, pero sin que se vean caer las bombas. Hay gente que sí siente caer las bombas. No todos, porque los impactos son muy desiguales, y los responsables de los impactos no los sienten. La atmósfera está cambiando; el impacto del informe sobre la biodiversidad fue impresionante, no lo imaginábamos. En el G7 y en [el Foro Económico de] Davos se habla de biodiversidad, está en la agenda privada como nunca antes. Hay protestas en todos lados por la biodiversidad; en Europa sobre todo, pero los movimientos de jóvenes se dan en todo el mundo. El problema es que cuando sintamos algo con la intensidad de una bomba no se podrá hacer nada. ¿Hay ejemplos históricos de cambios en los comportamientos sociales del volumen que se necesita ahora? Pienso en la abolición de la esclavitud o la liberación de las mujeres. Bien, entiendo la objeción de que ambos grupos se incorporaron al mercado laboral y al consumo, pero dejaron de ser mano de obra gratuita en cada casa, lo que era excelente negocio para algunos. O el trabajo infantil, que sigue siendo un negocio espectacular, pero se ha reducido muchísimo. Es cada vez menos tolerado socialmente cuando antes era normal. Lo mismo la esclavitud. Hay una mejora. Y eran cosas que en su momento no se pensaba que fuera posible lograr. Si no nos jugamos a la mínima posibilidad, ¿qué nos queda? Es utópico en el buen sentido: algo que hay que construir, una visión a la que hay que propender. La gente cree que es difícil y que no se puede hacer nada, yo creo que no es así. ¿Entonces es optimista? Cautelosamente optimista. Realista, porque no nos queda otra que hacerlo. Pero mire la Argentina: la biodiversidad está en riesgo por la agroganadería, que es la única manera de obtener dólares para un país endeudado. Y el extractivismo parece la única plataforma común a los movimientos políticos con posibilidades de ser gobierno. Hay esfuerzos de ecoproducción, pero son minoritarios. ¿Hay salida? Es una pregunta demasiado general, yo no puedo arreglar el país. A nivel de estos factores impulsores, me parece que en la Argentina y América Latina el principal es el uso de la tierra, más que el cambio climático. El tipo de comunidades biológicas que uno encontraba hace cien años en la pampa gringa no tiene nada que ver con lo que se encuentra hoy. Es terrible la forma en que se ha liquidado, en el sentido financiero, el patrimonio natural. Las quemas en el norte argentino, con dos millones de hectáreas en diez años? eso es patrimonio de todos. Quienes se benefician no están pagando las contribuciones de la naturaleza que dejamos de percibir hoy y dejarán de percibir los argentinos del futuro. ¿Sugiere cambiar el estatus jurídico del derecho de propiedad? Hay formas de agricultura que tienen en cuenta lo que se llama las externalidades en economía [incorporar al precio el costo del daño al ecosistema]. De la misma manera que hay muchos subsidios para favorecer áreas de la economía que son dañinas para la naturaleza y que no necesariamente son para el beneficio colectivo. El problema es cómo hacer la transición económica. Quién se hace cargo de la transición, ésa es la cuestión. Hacen falta políticas de Estado. El derecho a la naturaleza es inalienable, pero no es solo ir los domingos a la reserva ecológica: es derecho a tener comida sana, una buena cantidad de espacios verdes en tu casa, un aire limpio. Es la trama de la vida; no nosotros acá y la naturaleza allá, sino un tapiz donde todos los días tenemos esa relación. Al no sentirla parte de la narrativa social, la pensamos como algo distinto y alejado. O la idea de conquistar la naturaleza y usarla como recurso, o el edén idílico, Adán y Eva sin ropa, el león y el cordero coexistiendo. Son paradigmas, caras de la misma y perversa moneda, que dice que estamos separados. La naturaleza como daño colateral del desarrollo o la naturaleza como privilegio para ricos y quienes tienen tiempo libre. Sin embargo, estamos entretejidos; puede sonar poético, pero es lo que muestra la ciencia más actualizada y rigurosa. Es lo que muestra el informe del Ipbes. Tenemos que asumirlo, tomar la responsabilidad y trabajar sobre eso. Nos han hecho creer que el derecho a ganar plata y consumir, los que pueden, es más importante que el derecho a una relación significativa con la trama de la vida. Habría que cambiar todo un imaginario. No nos queda otra. Hay que desintoxicarse y recuperar nuestros verdaderos derechos, los derechos colectivos ambientales. ¿Y si la civilización fuera camino a un poshumanismo tecnológico, que se olvidara de la flora y la fauna? ¿Por qué? La trama de la vida nos gusta a todos. En cada uno de tus actos está presente la vida, en el sabor de la comida, en la decoración de tu casa, en las fotos de Instagram. Tenemos millones de años de evolución en relación con la trama de la vida, todo lo que somos responde a eso. No puedo dejar de preguntarle por los incendios en el Amazonas. Son un excelente ejemplo de lo que pasa a escala global. Nuestro Chaco es otro ejemplo, algo menos dramático. Las causas son fundamentalmente socioeconómico-políticas, no climáticas. ¿Le gusta la expresión "salvar al planeta"? Hay una discusión al respecto. No, no me gusta. El planeta probablemente se salve; me gusta salvar nuestra vida en el planeta. Salvar nuestra intensa, antigua y profunda relación con la Tierra. Biografía Sandra Myrna Díaz nació en 1961, en Bell Ville, Córdoba. Bióloga especializada en biodiversidad y cambio ambiental, es investigadora del Conicet, miembro de la Academia de Ciencias de Francia y de la Royal Society. Obtuvo el premio Fundación Bunge y Born y el Princesa de Asturias de investigación científica y técnica. #premiofbb #ecologia
- Anuario 2018 de la Fundación Bunge y Born
Compartimos una nueva edición de nuestro anuario institucional, a través del cual esperamos reflejar el dinamismo, la diversidad y el valor social de los aportes realizados por la Fundación en 2018. Acciones destacadas: - Oda a la matemática: Víctor Yohai, Premio Fundación Bunge y Born en Matemática 2018 - Un atleta de la ciencia: Pablo Shmerkin, Premio Estímulo en Matemática 2018 - Más inteligentes que nuestras computadoras, por Andrei Okounkov, Medalla Fields 2006 - Big Data para la salud pública - Diez años de trabajo en pos de la salud en zonas vulnerables del conurbano bonaerense - Descubrir el ADN de los argentinos - A pasos de resolver el enigma del cáncer de ovario - Tecnología y neurociencias para aprender matemática jugando - Spark, un encuentro de ciencia, arte y tecnología - Capacitación sin fronteras en educación rural - Anatomía de la escuela rural argentina - Ventanas de oportunidad en primera infancia - Diagnóstico sobre la documentación histórica en Argentina - El pensamiento americanista en tiempos de la Reforma Universitaria Descargar el Anuario 2018 | Ver todos los anuarios
- Subsidios Jorge Oster en Oncología | Concurso 2020
Formulario de inscripción Reglamento Guía de confección de proyecto Guía de carta de aval de un/a colega Guía de carta de aval de un/a superior o directivo/a
- "La Vida y la Tierra", de Lucas Garibaldi y Natalia König, preseleccionada en el FAB 2019
BARILOCHE OPINA, 18 de agosto de 2019 - La serie La Vida y la Tierra divulga las investigaciones de Lucas Garibaldi, doctor en Ciencias Agropecuarias, titular del Instituto de Investigaciones en Recursos Naturales, Agroecología y Desarrollo Rural (IRNAD) de la UNRN, y Premio Estímulo 2019 que otorga la Fundación Bunge y Born. En esta serie de seis capítulos, se muestran casos en los que se aplican soluciones basadas en la biodiversidad para mostrar que las alternativas agroecológicas son reales y funcionan; y se proponen otras líneas para pensar soluciones involucrando a productores, consumidores, científicos y políticos. Abarca desde la promoción de ciertos hábitos alimenticios saludables hasta la toma de decisiones en políticas públicas para mejorar la calidad de vida de las personas y producir alimento sin destruir el planeta. La serie La Vida y la Tierra, dirigida por Natalia König del Centro de Producción de Contenidos Audiovisuales (CPCA) de la Universidad Nacional de Río Negro, fue preseleccionada para la categoría Cine Científico de la 7ª edición del Festival Audiovisual Bariloche (FAB 2019) -organizado por el Gobierno de Río Negro con el apoyo del INCAA y el Consejo Federal de Inversión (CFI)-, que se realizará del 23 al 29 de septiembre en Bariloche. #premiofbb #ecologia
- Cuestión Ambiental: Laura Rocha entrevista a Lucas Garibaldi, Premio Estímulo 2019 de la FBB
RADIO CULTURA (FM 97.9), 23 de agosto de 2019 - Lucas Garibaldi, Investigador del @CONICETDialoga y Director del IRNAD, entrevistado por @laurarocha en Radio Cultura #premiofbb #ecologia
- Importante premio para científico barilochense
Lucas Garibaldi será destacado por la Fundación Bunge y Born por sus estudios y la difusión de hallazgos científicos. La Fundación entregará los Premios Científicos 2019 en Ecología el próximo miércoles en el Centro Cultural Kirchner. DIARIO RÍO NEGRO, 23 de agosto de 2019 - El barilochense Lucas Garibaldi recibirá el premio estímulo de la Fundación Bunge y Born por sus estudios y la difusión pública de sus hallazgos científicos. La otra científica premiada fue Sandra Díaz, doctora en Biología por la Universidad Nacional de Córdoba. Ambos investigadores en Ecología fueron elegidos por un jurado de expertos nacionales e internacionales, presidido por el destacado investigador en Ecología en Estados Unidos, Osvaldo Sala. Garibaldi, de 38 años, dirige el Instituto de Investigaciones en Recursos Naturales, Agroecología y Desarrollo Rural de la Universidad Nacional de Río Negro y es investigador del Conicet. “Es tal vez el premio más importante de Argentina y que me hayan elegido es una oportunidad única. Un honor recibir uno de los premios más tradicionales de Argentina”, indicó el doctor en Ciencias Agropecuarias. “Fue una sorpresa porque no es un premio para el que uno se postule. Llamaron a la oficina para avisar y los atendió una persona del instituto que no quería pasar la llamada. Hasta que alguien dijo: ‘Decile a Lucas que habla Osvaldo Sala y es urgente´. Pensé que podía ser algo muy bueno o muy malo”, comentó risueño. En abril, Garibaldi representó a la Argentina en la sede mundial de la Unesco, en París, donde se llevó a cabo la Evaluación Mundial de la Plataforma Intergubernamental sobre Diversidad Biológica y Ecosistemas (IPBES). En el encuentro, los participantes de 130 gobiernos debatieron sobre los cambios en los últimos 50 años y se concluyó que la Tierra está en el inicio de la “sexta extinción masiva”, la primera desde que el ser humano habita el planeta. “Los resultados de este informe derivaron en acuerdos internacionales. Algunos países ya anunciaron políticas para promover la diversidad”, señaló orgulloso. De todos modos, el investigador advirtió que el premio lo recibió por un conjunto de investigaciones sobre ecología vinculada a la producción agropecuaria, la incorporación de principios ecológicos para aumentar la producción y conservar la diversidad. Una de sus investigaciones está vinculada a cómo promover la diversidad de polinizadores para aumentar la cantidad y calidad de alimentos. Con la degradación ambiental se pierden suelos, hay inundaciones, se pierde calidad de aire, aguas, calidad nutricional de alimentos y empleos. “Estamos encontrando propuestas, tecnología que pueden ayudar a revertir mucho la degradación ambiental, producir alientos de calidad y en cantidad adecuada”, planteó. #premiofbb #ecologia
- Los efectos del cambio climático serán cada vez más importantes
La ganadora del Premio Fundación Bunge y Born advierte que la biodiversidad se está perdiendo. “El cambio global es difícil pero no hay plan B”, asegura. PERFIL, 25 de agosto de 2019 - Sandra Díaz asegura que le gusta la biología desde que tiene memoria. Tal vez por eso se convirtió en una de las científicas más citadas a nivel mundial en su especialidad –ambiente y ecología–, y la revista Nature la eligió como uno de los cinco investigadores a mirar en 2019, al copresidir el Informe Global de la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (Ipbes). En junio fue reconocida por la Fundación Princesa de Asturias y el próximo miércoles recibirá el premio Fundación Bunge y Born 2019. “A nivel individual estoy muy contenta y agradecida, y desde lo colectivo es importante que se le dé visibilidad al trabajo en ecología que no es una cuestión marginada ni superacadémica de una minoría, sino que tiene importancia para toda la sociedad”, destacó la investigadora del Conicet en el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal de la UNC. El mencionado informe, elaborado por 145 expertos y con el aporte de otros 310 colaboradores, evaluó los cambios en los últimos cincuenta años de la relación entre el desarrollo económico y su impacto en la naturaleza. El resultado fue alarmante: la biodiversidad está disminuyendo a un ritmo sin precedentes y la tasa de extinción de especies se está acelerando, al igual que los efectos en las personas. —¿Cómo afecta el cambio climático y el resultado de otras actividades humanas a la biodiversidad en Argentina? —No se pueden separar, por eso hablamos de cambio global, todos motivados por las actividades humanas, y ahí incluimos el clima, el cambio en el uso de la tierra, la contaminación, la tala, la caza, la pesca, y el traslado de especies de un lugar a otro que en muchos casos terminan en invasiones biológicas. Todos esos cambios interactúan entre sí y trabajan juntos de alguna manera. Por ejemplo, el avance a escala muy grande sobre bosques para transformarlos en tierras agrícolas no solo es un cambio de uso de la tierra, sino que por la gran liberación del carbono en el suelo y la vegetación que produce, interviene en el cambio climático y, viceversa, a veces cambios climáticos motivan modificaciones en el uso de la tierra. Así, en Argentina hasta hace unas décadas no se podía hacer soja de secano en el norte de Córdoba, luego el aumento de lluvias y las razones de mercado internacional llevaron a un gran desmonte para hacer soja de secano por un tiempo. —¿Hay alguna actividad que impacta más en Argentina? —Todas interactúan juntas, sería muy raro decir que en Argentina nos tenemos que preocupar por una y no tanto por la otra. En el país en las últimas décadas, el problema principal ha sido el cambio del uso de la tierra, fundamentalmente el avance de la agricultura industrial sobre los sistemas naturales. Eso no quiere decir que las demás no influyen y los efectos del cambio climático van a ser cada vez más importantes en la década que viene. —¿Cuál es el vínculo entre la pérdida de la biodiversidad y la pobreza? —La biodiversidad se está perdiendo masivamente. La naturaleza, toda la trama de la vida se va perdiendo y junto con ella una serie de contribuciones que hace por nosotros todos los días desde las comidas, los ciclos del agua y la temperatura. Generalmente se pierden por patrones de consumo y de producción que buscan el beneficio privado, a corto plazo y de unos pocos. Cuando esas contribuciones empiezan a perderse, los primeros que pagan la cuenta son los pobres. Están en la vanguardia de los que sufren los impactos pero cuando esto se agrava, toda la sociedad empieza a pagar los costos. En estos informes internacionales además de analizar al ambiente también empezamos a mirar qué pasa con la igualdad y la distribución de los beneficios de la naturaleza, que no es un lujo, sino algo que todos tenemos derecho a disfrutar. —¿Cuáles serían las acciones que se deberían emprender a nivel país o globalmente? —Si bien los problemas son ambientales, la solución de raíz es socioeconómica, cultural, política e institucional. Estos problemas ocurren porque no se tiene en cuenta el costo social y ambiental de muchas actividades, se hace un análisis económico muy parcial y a corto plazo. Hay que considerar el costo real y trasladar el foco al bien público tanto actual como el de las generaciones futuras. En esto hay mucho que se puede hacer a nivel nacional, provincial y municipal, pero algunas soluciones hay que hacerlas a nivel global porque si no, es muy difícil plantársele a un sistema de comercio internacional que tiene determinadas regulaciones que son muy dañinas para la naturaleza y las personas. Hay que empezar hoy en todos los niveles, es decir, reciclar bolsitas de plástico en tu casa, si bien es muy importante, no será suficiente. Creo que la gente tiene que reclamar el derecho a una naturaleza saludable. —¿Ve posible el cambio global? —No tenemos mucha opción. Es muy difícil pero son esas opciones en las que o bien uno hace algo muy difícil, o todo termina mal. Los datos científicos indican que la naturaleza está mal y si seguimos así, todo estará peor. El cambio global es difícil pero no hay plan B. Desinversión en ciencia Este miércoles la investigadora del Conicet Sandra Díaz recibirá el Premio Científico 2019 de la Fundación Bunge y Born en Ecología junto a Lucas Garibaldi, director de la Sede Andina del Instituto de Investigaciones en Recursos Naturales, Agroecología y Desarrollo Rural, de la Universidad Nacional de Río Negro, quien será galardonado con el Premio Estímulo. “Los dos trabajamos en universidades públicas y estamos en el sistema público de investigación. Me parece que en un momento donde la ciencia argentina ha sido tan castigada, desfinanciada y subestimada, recibir este premio de alguna manera desmiente que la ciencia y la educación públicas no son buenas o no merecen apoyo”, afirmó Díaz. Además, la bióloga explicó: “Si hoy tenemos un sistema científico activo, es porque la comunidad científica ha demostrado una vez más una enorme resiliencia y testarudez de seguir trabajando como se puede, pero los números del desfinanciamiento son muy elocuentes”. Díaz consideró que la ciencia siempre es una inversión muy eficiente para un país porque “con una proporción muy baja de dinero se obtienen en general resultados muy importantes. No invertir en ciencia pública es miope y cortoplacista”. #premiofbb #ecologia
- Ecología: distinguen a dos investigadores por sus trabajos en la preservación del ambiente
Este miércoles entregan el premio Fundación Bunge y Born a la bióloga cordobesa Sandra Díaz, que copresidió el Informe Global sobre Biodiversidad; el "estímulo" es para Lucas Garibaldi. LA NACIÓN, 26 de agosto de 2019 - Pasado mañana al atardecer, los salones del CCK vivirán una fiesta de emoción y reconocimiento cuando personalidades destacadas de la comunidad científica y universitaria se reúnan para rendir tributo a la excelencia científica en una nueva edición del Premio Fundación Bunge y Born. Una de las distinciones más preciadas que se otorga en el país por la seriedad de su jurado internacional y el prestigio de los elegidos sin interrupción desde 1964, en esta oportunidad y por primera vez se otorga a la ecología. La bióloga Sandra Díaz, figura reconocida en el mundo y que acaba de recibir también el premio de la Fundación Princesa de Asturias, recibirá la distinción "mayor". Y el doctor en Ciencias Agropecuarias Lucas Garibaldi, el premio "estímulo". Ambos fueron elegidos por un grupo de expertos locales e internacionales presidido por Osvaldo Sala, de la Escuela de Ciencias de la Vida de la Universidad Estatal de Arizona, Estados Unidos. El reconocimiento incluye una medalla y una importante suma de dinero. "No sabía que me habían nominado. Es un premio importantísimo y, sinceramente, me tomó por sorpresa -confesó Sandra Díaz, desde Córdoba-. No me lo esperaba". Por su parte, Garibaldi comentó divertido que casi no se entera de la distinción porque el personal del instituto que dirige, en un exceso de celo profesional y temiendo que se tratara de una acción de telemarketing, no quería pasarle la llamada. "Fue muy emotivo -contó-. La fundación tiene la tradición de comunicarse sorpresivamente con los ganadores. Los atendió uno de los integrantes del instituto y como tratan de cuidar mi tiempo, no les querían pasar conmigo. Al final, Osvaldo Sala, un investigador muy famoso, les dijo que tenían que hablarme en forma urgente. Cuando escuché el nombre, pensé que debía ser por algo muy bueno o muy malo. Por suerte, era lo primero. El jurado estaba asombrado por la tenacidad de los que habían atendido..." Díaz, mencionada año tras año como una de las mentes más influyentes del mundo y que acaba de copresidir el Informe Global sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos de las Naciones Unidas, supo desde muy chica que quería estudiar algo relacionado con la biología y la investigación. Nacida en Bell Ville, Córdoba, se mudó a la capital de la provincia muy joven, a los 17, para poder estudiar. "Soy fruto de la escuela pública -afirma-. Hice el doctorado en el país y el posgrado en la Universidad de Sheffield, Gran Bretaña, gracias a una beca del Conicet. En esa época no estaba tan presente la preocupación por lo ecológico. Empecé la carrera sin tener claro a qué rama quería dedicarme. Pero en los años finales tuve la oportunidad de estudiar la teoría ecológica y sentí que era lo mío". Apasionada por el trabajo de campo, Díaz analiza la trama de la vida y desarrolló las primeras herramientas formales y consistentes para dilucidar la contribución de la naturaleza para las personas. Dedicó los últimos dos años al informe que fue aprobado por los países en mayo. "Es la primera vez que se hace un trabajo global sobre el estado de los ecosistemas y cómo se relacionan con la actividad humana -destaca-. Además de ser el más ambicioso, es el primero intergubernamental y profundamente interdisciplinario. No solo toma en cuenta los aspectos biológicos, sino también los sociales y económicos, procurando incorporar el conocimiento local. De allí su repercusión". Según la científica, en la Argentina hay una tasa muy alta y acelerada de destrucción de ecosistemas por el uso de la tierra. "En las últimas décadas, tuvimos tasas de deforestación que están al tope en el mundo; en particular, en el ecosistema del bosque chaqueño como provincia fitogeográfica -subraya-. La Argentina está liquidando rápidamente su capital natural". Por su parte, el trabajo de Garibaldi gira en torno de tres ejes: la calidad de vida, la seguridad alimentaria y la biodiversidad. Nacido en 1981, es ingeniero agrónomo especializado en agroecología, apicultura, ecología económica, intensificación ecológica, polinización y servicios ambientales. Estudia diferentes formas de resolver problemas relacionados con el manejo sostenible de los ambientes boscosos y agrícolas, y desarrolló modelos matemáticos y estadísticos que muestran que la diversidad y abundancia de polinizadores silvestres son más importantes que la abundancia de la abeja doméstica para muchos cultivos. "Tenemos buenas y malas noticias -afirma-. Las malas son que estamos destruyendo nuestro entorno, nuestra casa, como nunca antes en la historia de la humanidad. Eso tiene consecuencias negativas en nuestra alimentación y en la seguridad alimentaria, lo que redunda en una pérdida de la calidad de vida. La buena noticia es que estamos trabajando muy duro para desarrollar formas de utilizar nuestro medio ambiente, con cultivos, forestaciones y animales que promueven la biodiversidad, funcionan y producen alimentos en cantidad y calidad adecuadas". Además de sentirse honrados por el premio y la oportunidad de dar a conocer sus trabajos, ambos investigadores le suman el reconocimiento y admiración mutuos. "Es una gran investigadora", dice Garibaldi de Díaz. "Me encanta y estoy contentísima de que Lucas haya ganado el premio joven -afirma con entusiasmo ella-. Tuve la oportunidad de trabajar estrechamente con él, ya que fue autor coordinador de uno de los capítulos del informe global. Estuvimos en el mismo barco peleándola tres años. Es uno de los investigadores jóvenes más promisorios". Testimonios Sandra Díaz. Naturaleza para la gente Es una figura reconocida mundialmente. "Hay quienes se benefician a corto plazo de la naturaleza y hacen una fiesta que después pagamos todos", subraya. L. Garibaldi. Polinizadores silvestres "Los productores tienen cada vez más interés en lograr cambios en los sistemas de producción para hacerlos sustentables", afirma. #premiofbb #ecologia
- El gobierno de Entre Ríos y la Fundación Bunge y Born trabajan en capacitación para docentes rurales
El Consejo General de Educación firmó un convenio educativo con la Fundación Bunge y Born con el fin de fortalecer la formación de los docentes rurales, acompañar su labor diaria y brindar herramientas enriquecedoras para el trabajo en las escuelas. SECRETARÍA DE COMUNICACIÓN DEL GOBIERNO DE ENTRE RÍOS, 26 de agosto de 2019 - La presidenta del Consejo General de Educación, Marta Irazbal de Landó, la esposa del gobernador, Mariel Avila, y la directora de Educación Primaria, Rosana Castro, recibieron al director ejecutivo de la Fundación Bunge y Born, Gerardo Della Paolera, para abordar la propuesta que se está desarrollando. Tras el encuentro, la directora de Educación Primaria, Rosana Castro, explicó que "el año pasado hicimos una experiencia piloto del proyecto Vektor sobre habilidades matemáticas y este año nos pudimos extender a 80 escuelas rurales. Para ello la Fundación entrega material bibliográfico y tablets". En este marco, "se están entregando 2000 tablets para las escuela rurales, que vienen con un programa de matemática y un seguimiento pedagógico por parte de la Fundación y del CGE de las habilidades que los alumnos van teniendo". Castro precisó que "hoy se firmó un convenio para la implementación de un programa especializado en contexto rural que está dirigido a maestros rurales, donde la Fundación Bunge y Born y Perez Companc, a través de la Universidad Austral, dictan este programa especializado para escuelas en contextos rurales. Hacemos el encuentro presencial para el que hay inscriptos 600 maestros, hoy es en Paraná y el martes en Gualeguaychú". Por su parte, Gerardo Della Paolera, director ejecutivo de la Fundación Bunge y Born, explicó que hace mucho tiempo que la entidad "tiene una especialización en el ámbito de la educación rural y hace un tiempo que con Entre Ríos venimos hablando de innovar en lo que hace a esta asociación entre el gobierno entrerriano y la Fundación, por eso tenemos este proyecto Vektor, que es una propuesta donde luego se evalúa de manera suave el impacto este programa de matemáticas a través de las tablets". El referente apuntó que "si vemos que esto funciona en Entre Ríos, que hay un diferencial muy grande imagínense el impacto a nivel federal que podría tener esto". Della Paolera, expresó su agradecimiento a la provincia, "al gobernador y a las autoridades de educación que están absolutamente abiertos a las nuevas fronteras que hay en la educación. Estamos muy agradecidos a esta apertura de la autoridades que no la tenemos en otras provincias". Castro subrayó que el objetivo es "la calidad educativa para los alumnos entrerrianos" y apuntó que en el trabajo conjunto con la fundación las escuelas reciben material y capacitación docente. #sembrador #fpc #vektor #moocs
- Premian a un científico que estudia la producción de alimentos y su impacto ambiental
El investigador del CONICET Lucas Garibaldi, de 38 años y especializado en temas de agroecología, fue galardonado en la categoría Estímulo de los Premios Científicos Fundación Bunge y Born. CONICET, 26 de agosto de 2019 - Lucas Garibaldi nació en pleno Capital Federal pero ya desde chico se la pasaba dibujando campos con huertas, por eso no fue extraño que estudiara Ingeniería Agronómica en la Universidad de Buenos Aires (UBA) –y se especializara en Ecología- ni que se mudara a Bariloche una vez graduado. “Cuando comencé la carrera científica busqué problemas que no estuvieran resueltos y que no hubiese muchos grupos trabajando en eso”, revela. Así llegó al campo de la agroecología. “Mi interés se concentró en uno de los principales problemas del mundo que está afectando la calidad de vida de las personas: cómo producir sin destruir el medioambiente”, dice hoy, con ocho años de trayectoria como investigador del CONICET y cuatro como director del Instituto de Investigaciones en Recursos Naturales, Agroecología y Desarrollo Rural (INRAD) en la sede Andina. Garibaldi, de 38 años, acaba de ser laureado con el “Premio Estímulo” de la Fundación Bunge y Born, uno de los reconocimientos más importantes del área científica, que este año premió los aportes científicos del área de Ecología. “Yo no siento que tenga horarios de trabajo y horarios de no trabajo. Lo que hago es una motivación de vida, un camino hacia la transformación y la mejora del mundo. Es ciencia para mejorar la calidad de vida de las personas. Y en ese sentido, es muy importante recibir premios porque te permiten comentarle a la sociedad los resultados y las propuestas que tenemos para mejorar el medioambiente”, dice el científico, que en 2017 ya había recibido el Premio Houssay por el área de Ciencias y Tecnologías Ambientales, y en 2015 el Premio Estímulo de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Su objetivo en la investigación, según explica, es desarrollar algo aplicado para el sector agropecuario, teniendo en cuenta que es el sector más importante de la humanidad: “Más de la mitad de la superficie terrestre son cultivos, animales, forestaciones”, advierte. La llamada Cuando lo quisieron contactar para comunicarle que era uno de los ganadores del Premio Estímulo Bunge y Born, se les hizo difícil ubicarlo: “Fue cómico, porque los atendió gente del instituto y antes de pasar el teléfono conmigo querían saber qué necesitaban. Como yo dirijo el instituto, de alguna manera protegían mi tiempo”, relata. Finalmente, cuando los atendió y supo la noticia, se sintió “shockeado, me dijeron que era una llamada urgente y dije `esto es o muy bueno o muy malo`. Por suerte fue muy bueno”, rememora. “Me fui a vivir a Río Negro porque me gusta vivir más en contacto con el entorno más natural. Y Bariloche es como un Silicon Valley de Argentina: es una ciudad no tan grande, en un entorno natural hermoso, con un montón de universidades y capacidades académicas. Acá hay físicos, biólogos, agrónomos forestales”, comenta Garibaldi, que también tiene una fuerte vocación docente que mantiene desde hace 19 años de manera ininterrumpida entre la facultad y los cursos. La investigación que Garibaldi encabeza en el sur del país consiste en aplicar conceptos de ecología a la agronomía. El área, diez años atrás, no tenía demasiado desarrollo ni aplicación, pero hoy está en plena expansión. “Cuando uno piensa en tecnologías y cosas nuevas no es solo aparatos caros y cosas de laboratorio: dentro de la ecología también hay mucha tecnología, que se llama tecnología de procesos y se aplica para aumentar la productividad y promover un cambio en la manera en la que se produce para mejor”, explica. De lo que se trata su tarea diaria es de encontrar formas de producir alimento -soja, trigo, manzana, pera- sin destruir el medioambiente, sino alentando la biodiversidad: la diversidad de especies. “Hoy, más producción implica más destrucción de la diversidad biológica, pero nosotros encontramos que contrario a lo que se piensa, promoviendo ambientes más saludables se puede producir más al mismo tiempo”, asegura. Y da el ejemplo de los polinizadores: “Los ambientes naturales y seminaturales en paisajes agropecuarios, por ejemplo, no solo se fomentan industrias como la apicultura, sino que además eso promueve la diversidad de polinizadores, que son animales que visitan las flores de los cultivos. En ese visitar, mientras se mueven de una flor a otra, transportan polen, y ese polen contribuye a la formación de los frutos y las semillas que nosotros tanto necesitamos. Entonces, tener que un cultivo de girasol tenga cerca alguna sierra o cierto hábitat natural, hace que haya diversidad de polinizadores, por ejemplo abejas, y que se coseche más girasol por hectárea”, dice. “Más aún, teniendo en cuenta que en el mundo hay más de 20 mil especies de abejas, es importante aumentar la diversidad para aumentar la producción: estamos acostumbrados a la abeja melífera, pero no es la única”, indica. Otro punto que promueve con su investigación científica es la rotación de cultivos y el control biológico de plagas. “El concepto de plagas es un concepto asociado al monocultivo, donde hay una sola especie y se aplican siempre los mismos agroquímicos, de malezas, de bichos, en cambio del otro modo esas resistencias no están, los suelos no se degradan tanto sino que se recuperan. Eso permite pensar a gran escala, muchas veces incluso es reducción de costos, porque se aplican agroquímicos de más, muchas veces innecesariamente, por desconocimiento”. El trabajo que realiza Garibaldi con su equipo es, en algunos casos, con productores -“evaluando los distintos manejos que hacen pero también proponiendo y evaluando la eficacia de las propuestas que nosotros hacemos”, y otras veces apoyándose en satélites, en modelos matemáticos de los paisajes, drones o con experimentos en algunos campos que son plausibles de extrapolar a una mayor cantidad de lugares y situaciones. Trabajan con todos los sectores: desde los pequeños productores hasta las empresas. “Nuestro lema es producir más pero promoviendo la biodiversidad. Eso se llama intensificación ecológica, es un proceso inclusivo al que se pueden sumar los grandes productores, también los productores familiares, los pequeños productores, con pautas de una transición, año tras año. Porque acá no es una revolución de un día para el otro: el agro es un sector muy dinámico en Argentina, acá lo que tenemos que hacer es incorporar principios ecológicos a la producción agropecuaria”. Urgente Aplicar tecnología de este tipo, según el científico, es urgente. “Ya no podemos esperar: la tasa de destrucción del medio ambiente y la pérdida de calidad de vida asociada está siendo muy rápida y fuerte”, asegura. Tanto las inundaciones como la degradación de la tierra, la pérdida de la calidad del agua o de calidad nutritiva de los alimentos, la caída del empleo, las problemáticas de salud que se expanden son, según Garibaldi, “el resultado de cómo estamos llevando adelante en nuestra producción animal, agrícola y forestal, con el predominio del monocultivo y el creciente uso de agroquímicos, que destruyen la biodiversidad”. Las cifras que apunta son elocuentes: el sistema agropecuario es el principal empleador del mundo, y la principal industria que impacta en el mundo en el medioambiente, ya que consume más del 70 por ciento del agua dulce del mundo. Pero las soluciones, dice, no dependen solo de nosotros. Todos los actores tienen que estar involucrados: los políticos, los consumidores y los productores también. “En estos problemas no hay malos y buenos: algunos producen y otros compran. Nosotros tenemos un mensaje muy fuerte a los consumidores también: la mayoría de la gente vive en las ciudades y son consumidores, y por vivir en las ciudades uno piensa que no tiene nada que hacer en este problema, y en realidad los consumidores son la clave. Lo más importante es saber que en cada decisión de consumo están promoviendo un sistema agropecuario u otro”, indica Garibaldi. “En el valle de Río Negro cada vez hay más chacras orgánicas, sin agroquímicos –agrega-, biodinámicas, que preservan hábitat natural, y eso no es por una ley Argentina sino por cambios en las preferencias de los consumidores: en Europa y en Norteamérica también están siendo cada vez más conscientes del poder que tienen y de cómo ellos pueden influenciar para vivir en un ambiente más sano”. Para Garibaldi, la presión social que puedan ejercer los consumidores es clave para un verdadero cambio productivo. “Estamos todos en el mismo tren, no hay buenos ni malos, estamos conectados. Existe uno porque están conectados con la otra, el principio y el fin de la cadena agropecuaria”. Para galardonarlo, el jurado destacó que “uno de los aportes más significativos de Lucas Garibaldi consistió en la demostración de que la diversidad y abundancia de polinizadores silvestres son más importantes que la abundancia de la abeja doméstica en el servicio de polinización de muchos cultivos”. Asimismo, el jurado subrayó como notable su “interés por difundir y hacer llegar las implicaciones de sus hallazgos científicos a la sociedad”. ¿Cómo se imagina que seguirá su carrera a futuro? ¿Estará abocado a los mismos temas? Garibaldi no lo sabe a ciencia cierta. “Como científico, me mueve la curiosidad constante de ver cómo van cambiando las cosas, y trabajar en qué es lo que falta. Así que quizás, en diez años, no esté trabajando en lo mismo –adelanta-, porque las preocupaciones van cambiando”. #premiofbb #ecologia
- Incendios en Amazonia traerán consecuencias a distancia
Modificaría el clima, el aire y el agua de todos los países limítrofes conectados. EL TRIBUNO, 28 de agosto de 2019 - Los miles de incendios en la Amazonia traerán consecuencias a distancia para los países limítrofes conectados con grandes cuencas hidrográficas y sistemas climáticos, desde la calidad del aire hasta la dinámica de los ríos, los rendimientos agrícolas y el comercio. Así lo advirtió la doctora en Biología Sandra Myrna Díaz, especialista de la Universidad Nacional de Córdoba, quien calificó a la situación actual en la Amazonia como "una catástrofe ambiental y social". "Y lo es primero y principal para los pueblos de la selva, para todos los ciudadanos de los estados amazónicos, para los latinoamericanos y para la humanidad en general", afirmó Díaz, quien además es Doctora Honoris Causa por la Universidad de Buenos Aires e Investigadora Superior del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), en el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (Imbiv, Conicet-UNC). Díaz señaló que "está claro, tal como la han mostrado los científicos brasileños, que no se deben a condiciones climáticas particularmente adversas, es decir, diferentes de años anteriores, sino que se relacionan directamente con cuestiones socio económicas y en particular la línea política en el poder en ese país". Díaz es ganadora del Premio Fundación Bunge y Born y su trabajo sobre la contribución de la naturaleza para la vida humana es valorado a nivel mundial. Acerca de los incendios, señaló que "sin duda los daños más directos e inmediatos son experimentados por aquellos que viven en la selva, pero por su enorme magnitud, la selva amazónica influye en la hidrología de todo el continente y también en el clima a escala más global". "Esto puede traer todo tipo de consecuencias a distancia, particularmente para los países limítrofes y conectados con grandes cuencas hidrográficas y sistemas climáticos, desde la calidad del aire hasta la dinámica de las cuencas, hasta los rendimientos agrícolas y el comercio. Creo que todavía no tenemos una idea cabal de la magnitud de las ramificaciones, y la diversidad que se pierde es irrecuperable", aseveró. Díaz sostuvo que "en la reunión del G7 se habla de esfuerzos internacionales para reforestar y restaurar el territorio dañado. Eso es, por supuesto, muy positivo si se lo hace bien, pero nunca se va a poder recuperar totalmente lo perdido. Con cada kilómetro cuadrado de selva que se quema, somos todos un poco más pobres". "Aunque uno viva en el último piso del edificio más alto de una enorme ciudad, uno está entretejido con la trama de la vida, a través de lo que comemos, a través de los materiales que nos visten, nos curan y nos dan abrigo, de las cosas que nos dan identidad desde la infancia. Más aún, a través de nuestras elecciones de cómo comemos, cómo consumimos energía, materiales, cómo usamos el tiempo libre, qué hacemos con los productos de desecho de nuestro consumo, en definitiva qué elegimos hacer y dejamos de hacer, estamos impactando todos los días positiva o negativamente, sobre la trama de la vida, consciente o inconscientemente". "Las grandes ciudades son importantes para la naturaleza porque son grandes focos de demanda de materiales, de alimento, infraestructura. Y grandes emisoras de desechos de todo tipo. Para la gente que vive en las grandes ciudades hay muchas oportunidades de trabajar para una trama de la vida que sea más saludable, más sostenible y por lo tanto mejor para la calidad de vida de todos. Estas oportunidades van desde lo muy individual y chiquitito hasta lo colectivo reflejado en los movimientos sociales y políticos", culminó. Díaz es miembro de las Academias de Ciencias de Argentina, Estados Unidos, Francia y el Mundo en Desarrollo; miembro honorario de la Sociedad Británica de Ecología y miembro extranjero de la Royal Society de Londres. También, recibió el Premio Cozzarelli (2008), el Premio Margalef en Ecología (2017), el Premio Senckenberg para la Investigación de la Naturaleza (2019). #premiofbb #ecologia












