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Osvaldo Sala: Existen soluciones al cambio climático

Osvaldo Sala, reconocido especialista argentino en ecología, que trabaja en Estados Unidos, cree que uno de los motivos por los que los políticos no prestan atención al tema es que el fruto de las inversiones se ve a largo plazo.



EL DÍA DE GUALEGUAYCHÚ, 15 de junio de 2019 - No existe ninguna duda: el cambio climático existe. “El 99.9% de los científicos está de acuerdo en que el planeta está calentándose a una velocidad extraordinaria y que eso es resultado de la actividad humana.”


El que habla es Osvaldo Sala, un “producto” argentino de exportación de altísima calidad, aunque tal vez sería más correcto hablar de “servicio” de exportación, ya que es uno de los tantos cerebros nacionales que desarrolla su trabajo fuera del país.


Ingeniero agrónomo por la UBA, se fue a Estados Unidos por primera vez en 1979 con el objetivo de hacer un doctorado en la Universidad del Estado de Colorado.


Desde entonces, fue y volvió varias veces. Trabajó en las universidades de Colorado, Stanford y Brown –en el medio recibió distinciones acá y allá-, hasta que en agosto de 2010 se sumó a la Escuela de Sostenibilidad de la Universidad Estatal de Arizona.


Como presidente del Comité Científico sobre Problemas del Medio Ambiente y autor coordinador de la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio, Sala es un reconocido líder internacional en Ciencia Ecológica y Política Ambiental Global.


Tal como ocurre desde 1964, la Fundación Bunge y Born organizó los premios científicos que en la edición 2019 estuvieron dedicados a la Ecología y contaron con Sala como presidente de un prestigioso jurado internacional (ver “Reconocimiento al talento argentino”).


De paso por Buenos Aires, Sala, quien es miembro electivo de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU. (integrante de varias academias y asociaciones en USA y en la Argentina), presidente de la Sociedad de Ecología norteamericana, becario Guggenheim y quien dos veces recibió el Premio Bernardo Houssay, dialogó con El Día.


En el arranque cuenta que la Arizona State University School of Life Sciences and School of Sustainability es una Universidad muy grande para los estándares de EE.UU.. “Tiene alrededor de 115.000 alumnos y estoy muy contento trabajando ahí. Es muy diferente de la Universidad de Brown”, dice.



-¿En qué sentido?


-La Universidad de Brown es muy elitista. Ellos miden la excelencia por el número de aspirantes a los que se rechaza. Si no ingresa al 90% de los alumnos que se presentan, eso es un indicador de la excelencia. En esta Universidad pensamos que la excelencia y la inclusión no son necesariamente opuestas, sino que pueden ocurrir simultáneamente.


En Brown definían la excelencia como la exclusividad. Nosotros pensamos que el valor que le damos a la sociedad es la diferencia entre cómo ingresan los alumnos y cómo salen (cuando terminan de cursar). De los que salen, evidentemente los mejores alumnos serán un poco mejores, y los que no eran muy buenos saldrán mejor. Esa creo que es la principal contribución de una Universidad a la sociedad.



-¿Existe el cambio climático o es una sensación? ¿Cuáles son los motivos para negarlo? Están quienes hablan de que somos la última generación que puede hacer algo para revertirlo y quienes como el presidente Trump lo niegan.


- No existe ninguna duda de que existe. El 99.9% de los científicos está de acuerdo en que el planeta está calentándose a una velocidad extraordinaria y que eso es resultado de la actividad humana. Hay miles de evidencias y todas apuntan en la misma dirección.


Me parece que el presidente Trump niega el cambio climático porque apoya los intereses de las empresas que venden combustibles fósiles, carbón… No hay un solo científico que niegue el cambio climático: el Ártico se está derritiendo, lo del nivel del mar, sube la temperatura…


Fuera de todo eso, sabemos que si tenemos el tanque de nafta del auto lleno, cuando se vacía, parte de la energía que estaba en el combustible es la que hizo que el auto funcionara, y lo que emite por el caño de escape, que es dióxido de carbono, es un gas que atrapa la radiación que emite la Tierra. De todo eso no hay ninguna duda.


Las razones por las que algunos políticos pretenden postergar la acción es que tiene consecuencias económicas para algunos sectores.



-Lo que queda en claro es que ya no se trata exclusivamente de una lucha de “ecologistas”, sino que el cambio climático producen variaciones en los ecosistemas y con ello surgen nuevas enfermedades…


-Totalmente. Además, las soluciones para el cambio climático existen. Hay soluciones tecnológicas y tienen costos perfectamente soportables por parte de la sociedad. No es que se trata de atender la pobreza o esto.



-¿La situación es tan grave como dicen quienes sostienen que somos la última generación que puede revertirlo?


-Sí, es así. La cuestión es que se trata de esas cosas en las que es difícil conseguir un consenso porque tiene esa particularidad de que las inversiones se tienen que hacer ahora para prevenir algo que sucederá en el largo plazo.


Es lo mismo que cuando intentás explicarle a alguien que fuma que es necesario que deje de hacerlo ahora, porque si lo hace ahora, no pasará nada, pero si continúa se morirá en 20 o 30 años.



-Ud habla de “sistemas socio-ecológicos”, ¿qué significa exactamente eso y para qué sirve analizarlos?


-Los seres humanos tenemos actividades que interactúan con los ecosistemas y los ecosistemas afectan a los sistemas humanos. Entonces en vez de hablar de sistemas ecológicos, que solo tienen plantas, animales y microorganismos, trabajamos en sistemas que tienen plantas, animales, microorganismos y seres humanos, que son actores que afectan a los ecosistemas.



-Ha trabajado en ámbitos bien diferentes desde el punto de vista geográfico: desde la estepa patagónica, los pastizales de California y las estepas de Colorado, a los desiertos del sur de África, y actualmente tiene experimentos en el Desierto Chihuahuense en Nuevo México. ¿Hay algún lugar del planeta del que podamos decir que está a salvo del cambio climático?


-Sin duda que el cambio climático es un cambio global, es el cambio de clima del planeta. No hay ningún lugar que quede a salvo.


Pero por otro lado, el cambio climático es heterogéneo: en algunos sitios lloverá más y en otros menos; en algunas partes subirá el nivel del mar. Lógicamente que si vivís en Salta el nivel del mar no te afectará pero probablemente el clima estará más seco y caliente.


El planeta es heterogéneo y la gente será afectada por el cambio climático de una manera heterogénea.




Refugiados climáticos


Un fenómeno social no menor desde el punto de vista de los efectos del cambio climático es el de los refugiados climáticos. Hay proyecciones que indican que debido al aumento del nivel del mar podrían desaparecer islas completas.


Si hoy el mundo no es capaz de gestionar algunos millones de personas que por razones políticas se ven obligadas a desplazarse, ¿qué pasará con los entre 300 y 400 millones de personas que viven en zonas bajas de países en desarrollo si el nivel del mar sube?



-¿Hay alguien pensando o proyectando eso a nivel global o institucional?


-Volvemos a la mirada de sistema socioecológico. Uno podría mirar solamente lo que pasa con el nivel del mar, pero hay que hacerlo a la luz de cómo los seres humanos son afectados por eso, y cómo ellos afectan. Y ahí entramos en el terreno de la política internacional y cómo ciertos países pueden ayudar a otros países.



-Teniendo en cuenta la decisión de Trump de retirar a EE.UU. del Acuerdo de París contra el Cambio Climático, ¿son esas instancias las que sirven para resolver estas cuestiones? Hoy vivimos un momento de replanteo de toda la infraestructura institucional del mundo.


-Hay muchos ámbitos y no está muy claro cuál es… por ejemplo en Estados Unidos hay un nivel federal con un presidente que es Trump, y el Congreso, pero el país también tiene Estados, y en general si los comparás con las provincias argentinas, tienen mayor peso político. EEUU es un país más federal.


El Estado de California, por ejemplo, aprobó una ley que establece que para 2050 será neutral con respecto al carbono. Y por el tamaño de su economía, si California fuera un país, sería la quinta economía del mundo.

Eso es muy importante y ocurre independientemente de que el gobierno federal quizá tenga una política que pretende ignorar el cambio climático. Y así como los Estados, hay ciudades que son mucho más conscientes.


Me parece que la solución al cambio climático no es una sino una multitud de soluciones políticas, institucionales, tecnológicas. Y la tecnología para resolver el cambio climático no pasa solo por paneles solares, pasa por paneles solares, energía eólica, reducir el consumo, aumentar la eficiencia, y podría seguir enumerando cosas durante media hora.


No hay una solución, hay muchas.



-¿Qué rol tenemos en el cambio climático en nuestra vida cotidiana? Como simples ciudadanos, ¿qué peso tiene lo que consumimos y la forma en la que lo hacemos?


-La solución es una combinación de medidas de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba.

En general suelen ser más eficientes los cambios de arriba hacia abajo. Por ejemplo, todos podemos tratar de consumir menos energía, pero si la energía aumenta el precio, a todos les llega el mensaje de modo muy claro.



-Acaba de presidir el Jurado de los premios científicos de la Fundación Bunge y Born, ¿cómo ve la ciencia en la Argentina hoy?


-La ciencia argentina tiene un potencial muy grande. Parte de mi trabajo fue armar el jurado. Fue un grupo de reconocidos y prestigiosos especialistas internacionales y todos quedamos impresionados con la calidad de los candidatos que había. Hubo que elegir a algunos porque así funciona, pero pudieron haberse llevado el premio muchos otros porque eran trabajos muy valiosos.


La Argentina tiene un capital intelectual muy importante y al mismo tiempo subidas y bajadas en cuanto al nivel de financiamiento…



-¿Es con más dinero que se promueve/mejora el estudio y desarrollo de las ciencias en un país? ¿O es necesario cambiar de raíz la matriz educativa para despertar la curiosidad de los chicos en las ciencias?


-Como pasa con el cambio climático, no hay una solución única para mejorar el nivel científico. El dinero es muy importante, pero el dinero solo no lo resolverá, y está claro que sin dinero tampoco se arregla.


Cada una de esas idas y venidas con la política de financiamiento se traduce en pérdidas irreversibles para la cultura y la investigación científica en el país. Los científicos que se van, generalmente no vuelven.



-¿En qué consiste el Asombro Institute (Instituto Asombro)? En algunos videos se ve a chicos del secundario en medio del desierto, experimentando…


-El equivalente del Conicet, que es el organismo que financia gran parte de mi trabajo, siempre pide que un porcentaje de tu tiempo y esfuerzo sea dedicado a la formación de recursos humanos. Parte de mi trabajo es llegar a los chicos y cambiar esa imagen de que ser científico significa tener puesto un guardapolvo blanco y estar en un laboratorio. Acercarlos al mundo de las ciencias desde otro lugar.




Reconocimiento al talento argentino


Osvaldo Sala, con una reconocida trayectoria en temas de trabajo en el campo de la ecología (controles del agua sobre la dinámica del carbono y el nitrógeno en los ecosistemas áridos y semiáridos, consecuencias de los cambios en la biodiversidad en el funcionamiento de los ecosistemas, y desarrollo de escenarios de biodiversidad para los próximos 50 años, entre otros) presidió el Jurado de la edición 2019 de los premios científicos de la Fundación Bunge y Born.


Los premios científicos Bunge y Born “son una valoración de la persona y de la obra científica para la sociedad” y se encuentran entre los reconocimientos más importantes a la actividad científica argentina.


El Premio Fundación Bunge y Born se entrega anualmente desde 1964, y en 2001 se sumó el Premio Estímulo. Ambos alternan entre distintas disciplinas: agronomía, biología, bioquímica, física, geología, ingeniería de procesos, medicina, paleontología, química y veterinaria.




La supervivencia de la Tierra


“La ecología es la disciplina central para resolver el desafío más importante de esta generación que es lograr la sustentabilidad de nuestro planeta”, dijo Sala.


El experto detalló que “el cambio climático, junto a los cambios en el uso de la tierra ponen en peligro el futuro de la humanidad”, y que la ecología “provee el conocimiento fundamental que es necesario para entender los impactos del cambio global y diseñar un camino hacia la sustentabilidad”.

El Jurado que presidió Sala, estuvo integrado además por Elvira Cuevas (Departamento de Ecología de la Universidad de Puerto Rico y Miembro de la Academia de Ciencias de América Latina), Rodolfo Dirzo (Universidad de Gales, profesor de Ciencias Ambientales y director del Departamento de Biología de la Universidad de Stanford), Ernesto Medina (Universidad de Hohenheim, Alemania; científico adjunto del Instituto Forestal Tropical Internacional y profesor de la Universidad de Puerto Rico); y Francisco Pugnaire, (Universidad de Granada; científico titular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, miembro del Comité Español de Investigación en Cambio Climático Global, entre otras).


Los expertos otorgaron el Premio Fundación Bunge y Born a la ecóloga Sandra Díaz, investigadora del Conicet y copresidenta de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (Ipbes) de las Naciones Unidas.


Díaz, nacida en Bell Ville y graduada en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), es una pionera en la biología de las plantas vasculares y su vulnerabilidad al cambio climático que acaba de ser distinguida también con el Premio Princesa de Asturias y ha contribuido a desarrollar una herramienta metodológica para cuantificar efectos y beneficios de la biodiversidad de las plantas, y la ecología vegetal de los ecosistemas, y su aprovechamiento en forma de combustible, materiales, medicinas, tintes, alimentación, protección hídrica y otros aportes.


También investigó el papel de la biodiversidad para contrarrestar el cambio global, por ejemplo, mediante el secuestro de carbono atmosférico. Trabaja en el desarrollo de plantas capaces de absorber hasta 20 veces más dióxido de carbono que las normales mediante edición génica.


Es miembro electo de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, de la Academia de Ciencias de Francia y de The Royal Society. También recibió el Konex de Platino en Biología y Ecología, el Zayed al Liderazgo en Medio Ambiente, el Bernardo Houssay y el Ramón Margaleff de Ecología.


El premio Estímulo 2019 de la Fundación Bunge y Born fue para Lucas Garibaldi, director del Instituto de Investigaciones en Recursos Naturales, Agroecología y Desarrollo Rural de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN).


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