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Carlos Balseiro: “Sin inversiones de riesgo, estaremos relegados en materia tecnológica”

Mano a mano el ganador de la edición 2017 del premio Fundación Bunge y Born. Este miércoles recibirá el reconocimiento.



Balseiro, que pasó por Berkeley y fue investigador en Francia, recibirá este miércoles el premio a su trayectoria. Foto: Ariel Grinberg / Clarín

CLARIN, 27 de agosto de 2017 - Carlos Antonio Balseiro (66), físico argentino de prestigio internacional y director del Instituto Balseiro, Centro Atómico Bariloche, está en Buenos Aires para recibir el miércoles el Premio Fundación Bunge y Born 2017. El galardón fue concedido por un jurado presidido por el físico Juan Pablo Paz e integrado por prestigiosos científicos del país y del exterior. Entre ellos, el investigador francés Serge Haroche, Premio Nobel de Física 2012, que vino a la Argentina.


Sentado en un banco de Tecnópolis, Balseiro analiza un papel mientras espera el inicio de la entrevista. Su mirada es amable y la entonación de sus palabras pausada y clara. En el trayecto a La Nave de la Ciencia, donde horas después brindó una conferencia, un grupo de personas lo frena para saludarlo afectuosamente.


¿Qué representa recibir este premio para su carrera?


Fue una gran sorpresa. Entiendo, también, que es un reconocimiento a la trayectoria de 40 años de trabajo, en los que no estuve solo, ya que tengo un equipo que me acompaña. Estudié en Bariloche, donde también hice mi doctorado y me fui a la Universidad de California en Berkeley, donde estuve tres años. Después me fui un tiempo a Francia, aunque siempre volví a Bariloche.


¿En qué disciplina de la física se especializa en la actualidad?


Soy físico teórico y el marco general es lo que en la jerga se llama la física de la materia condensada, un campo de la disciplina que se ocupa de las características físicas macroscópicas de la materia. En el pasado me ocupe de problemas de súper conductividad, de magnetismo, de la teoría cuántica de la materia. Actualmente nos focalizamos en el transporte de energía en sistemas extremadamente pequeños, desde moléculas hasta cables atómicos. Una de las preguntas que nos hacemos es cómo se transmite la corriente eléctrica a través de una molécula. Hay experimentos increíbles en donde se sueldan cables y hacen pasar electrones a través de las moléculas. Así, estudiamos cómo cambian las propiedades cuando uno deforma una molécula.


La electrónica molecular, conocida como moletrónica, es la rama de la ciencia encargada del estudio y aplicación de bloques de construcción moleculares para la fabricación de componentes electrónicos. Es un área interdisciplinaria en la que conviven física, química y la ciencia de materiales.


¿A dónde podría conducir esta línea de investigación?


Nuestro interés principal es comprender la naturaleza de los fenómenos. Hoy se pueden hacer transistores de laboratorio con moléculas, que no se integraron en circuitos comerciales y probablemente falte mucho para que esto ocurra. En las moléculas se propagan corrientes eléctricas y entender cómo se origina este fenómeno y cómo se relacionan entre sí. A nivel de laboratorio se pueden utilizar cables atómicos para regular corrientes pequeñas, es decir electrones que viajan muy lentamente. Pasa uno, después otro y al rato uno más, pudiendo medir el momento en el que avanzan. Todo esto está relacionado con la computadora cuántica.


¿Cuál es la distancia que separa a la ciencia base de la tecnología?


En inglés se conoce como ‘El valle de la muerte’ al camino que va de la investigación hasta la tecnología. Es complicado el traspaso de las ideas factibles a un producto comercial. En mi época, la gente que hacía ciencia básica y los que se dedicaban a la tecnología eran dos mundos opuestos. No era posible investigar y desarrollar, había que elegir una de las especialidades. Pero creo que hoy esa brecha se está cerrando, hay muchos investigadores que se dedican a la ciencia básica y después se pasan al desarrollo. Aunque hay cosas que se nos escapan y tiene que ver con la capacidad del país de generar empresas, pero eso está vinculado con la dinámica de la economía que es ajena a nosotros.


¿Cuánto del avance científico se vincula con el dinero que se invierte?


La ciencia no se improvisa, si ponés una inyección de dinero a los tres años no va a crecer ciencia. Es una actividad que requiere mucha paciencia, se necesita formar gente y también requiere de cierta continuidad. Se precisan políticas de estado que se ocupen de otorgarle continuidad. Bariloche la tuvo a lo largo de 60 años, con altibajos, por supuesto. Donde los grupos maduraban y la gente joven reemplazaba a sus maestros y se seguía una línea que permite generar tradiciones, estructuras de trabajo y esto es central para el desarrollo científico. Por eso no es raro que INVAP esté en Bariloche. El mejor ejemplo de esta integración, aunque a otra escala, es que entre Stanford y Berkeley se ubica Silicon Valley. Así te das cuenta de que la tecnología tiene que nacer de los grupos de investigación y abastecerse. Es un ida y vuelta. Algún día llegará eso a la Argentina, pero hace falta continuidad.


¿Qué hace falta para que se dé este proceso en nuestro país?


Cuando menciono la economía hablo de gente que esté dispuesta a mover recursos, efectuar inversiones de riesgo, en donde algunas dan resultado pero otras fracasan. Mientras esto no forme parte de nuestra cultura, estaremos un poco relegados en materia tecnológica, aunque científicamente podamos estar a la par de lo que se realiza en cualquier otro país del mundo.


¿Qué representa para usted ser el director del Instituto Balseiro, un lugar que fue fundado por su padre?


Aún no dejé la investigación, pero así como en el pasado hubo gente que dedicó su tiempo para que nosotros podamos trabajar, puedo hacer un aporte para los más jóvenes. El que me ocupa es un rol de decano y me encargo de los aspectos académicos, que están ligados a la investigación. Tenemos cuatro carreras de grado: física, ingeniería nuclear, que son las más tradicionales y en este siglo, aparece la ingeniería mecánica y telecomunicaciones. Creo que hay que hacerse fuerte y avanzar en la formación. Trabajamos con pocos alumnos, porque pretendemos que se integren rápido a los grupos de investigación, que es el diferencial de nuestro instituto.

El premio

El Premio Fundación Bunge y Born, creado en 1964, es uno de los más prestigiosos reconocimientos a la ciencia y a la investigación de América Latina. En esta oportunidad, el ganador recibe 100 mil dólares.

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