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Víctor Yohai: “La matemática es bella, hay que sentirla...”

Doctor en Matemática, se tuvo que exiliar tras la Noche de los Bastones Largos. Sus modelos estadísticos son reconocidos en el mundo. Investigador del CONICET, plantea que a los chicos hay que enseñarles el pensamiento lógico. 



Víctor Yohai, 79 años, doctor en Matemática, egresado de la UBA y doctorado en Berkeley, se dedica a la estadística robusta. Fue premio Kónex y recientemente recibió la distinción de la Fundación Bunge y Born. Foto Diego Waldmann / Clarín

CLARIN, 29 de septiembre de 2018 - Su papá llegó a la Argentina en 1928, desde Galípoli. Era analfabeto, levantó bolsas en el puerto, fue vendedor ambulante y logró abrir una tienda de géneros que fue suceso en Saavedra. Después, Narciso Yohai dio el sí quiero a Sara, otra joven llegada desde el mismo pueblo, que pisó Buenos Aires para casarse con un hombre que le habían elegido y a quien no conocía. El 22 de febrero de 1939 nació uno de los hijos de la pareja, Víctor Yohai. Víctor era un chico tímido, el traga del colegio. El que amaba la matemática. “Me gustaba el razonamiento deductivo. Con este método, la verdad no es cuestionable, hay que demostrarla”, enfatiza el matemático. Habla pausado como los científicos y las mentes brillantes. Elige cada palabra. Víctor tuvo que abandonar el país tras la Noche de los Bastones Largos, cuando la facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA fue copada brutalmente, bajo el gobierno de facto de Onganía. Víctor ya estaba recibido y era jefe de trabajos prácticos. Junto a su colega, Oscar Varsavsky, eminencia en Matemática, buscaron refugio en el exterior, como tantos otros científicos. Víctor pasó un año en Venezuela y después se doctoró en la Universidad de Berkeley, en San Francisco, California. Regresó al país para dedicarse por completo a la estadística, y dentro de ella a la estadística robusta.


¿Qué es la estadística robusta?


En estadística analizamos datos para sacar conclusiones. Estos datos pueden provenir de experimentos o de observaciones. Hay casos en que los datos obtenidos no son “buenos”, son “atípicos” y no se ajustan bien al modelo matemático que se utiliza para procesarlos y hacer las predicciones. El método robusto crea métodos que son resistentes cuando la muestra incluye estos datos atípicos.


¿Sirve la estadística para la vida?


Claro. Se puede aplicar a todas las áreas. Desde la Medicina hasta la Economía, o cualquiera. Justamente, elegí la Estadística para sentir que hacía algo útil por la sociedad. Pero con la estadística sólo no basta para arreglar la economía de este país. Para ello habría que diseñar una política adecuada. Pero a la política la eligen los políticos.


¿Y entonces?


La política siempre va a estar influida por ideologías que pueden ser discutibles. Al revés de la matemática, cuando uno demuestra una verdad, es para siempre. Se puede incorporar razonabilidad a la administración pública. De hecho, los países que más lo hacen, les va mejor. En Francia, por ejemplo, Napoleón instauró criterios muy rigurosos. Allá existe la Escuela de Administración, donde deben estudiar todos los funcionarios de cierta jerarquía. Es muy difícil. Aprenden incluso matemática.


En economía, ¿es posible aplicar el método de estadística robusta?


Por supuesto. En la historia de un país, hay períodos muy atípicos que no van a satisfacer ningún modelo. El 2001, en Argentina, no se ajusta a ningún modelo. Si tratamos de correr esos datos en algún modelo económico, dará un disparate. Igual que el 2008, cuando sucedió la crisis financiera. Fue un año anormal. Si incluimos datos anormales, no obtendremos resultados fiables. Pero si utilizamos los métodos robustos, tendremos resultados significativos.


Si lo llamaran para intervenir o aconsejar en economía, ¿qué haría?


No puedo decir qué hacer, pero sí predecir qué va a ocurrir, basándonos en los datos. En Argentina todos los días pasa algo diferente: la crisis turca, la brasilera, la tasa de Estados Unidos… Prácticamente todos los datos son atípicos. Tenemos una mala herencia. Se gastó más de lo que se podía. Y la economía se dispara.


Desde las aulas ¿es posible invertir para un futuro mejor?


Se puede. Pero hay que cambiar algunas cuestiones. La gente piensa que la matemática es hacer cuentas. Nada que ver. Lo importante es incorporar el razonamiento y método deductivo. Los maestros, en general, no están preparados para enseñar de esta forma. El chico se aburre y con razón. Las Olimpíadas Matemáticas son una buena iniciativa, donde los chicos se enfrentan a un desafío. Los entrenan matemáticos y les hacen ver la materia de forma diferente. Ya no consiste en algo aprendido de memoria o una regla arbitraria para zafar un examen.


El desarrollo de las nuevas tecnologías, ¿afectan su área?


La computación es esencial. Cuantas mejores computadoras tenemos, podemos utilizar algoritmos mucho más complejos de cálculo. Los métodos robustos requieren mucho cálculo. Hoy una computadora normal es una computadora mil veces más rápida que hace 30 años. Cuando hacíamos el modelo económico con Varsavsky usamos la famosa computadora, “Clementina”, que ocupaba una enorme habitación y tenía tres ingenieros para mantenerla. En el 71, no podíamos utilizar más de 3 ó 4 variables. Hoy aplicamos 100 ó 200.


¿La matemática responde a cierto orden?


Cuando uno hace una teoría y encuentra resultados, uno se maravilla. Todo es tan armónico. El matemático húngaro, Paul Erdös decía que explicar por qué es bella la matemática es como explicar por qué es bella la Novena Sinfonía de Beethoven. La matemática es bella y hay que sentirla.


Cuando un problema no le sale, ¿se frustra?


Si un problema se resiste, hay que dejarlo por un rato. Cuando elaboraba mi tesis en Berkeley, había un problema que no me salía. Me faltaba sólo eso para terminar la tesis. Una noche, vino a visitarme un primo con su esposa. Yo les cedí mi cama y me fui a dormir en una bolsa de dormir al living. Me puse a pensar y ahí resolví todo. Otra vez, se me ocurrió una solución mientras manejaba con mi familia en el auto, yendo de viaje por el fin de semana. Dije ¡eureka! No existe momento más feliz. 



Una mente brillante


Víctor Yohai tiene 79 años, es ex corredor y estudiante de teatro amateur. Está casado con Livia, tiene una hija y dos nietos que aman la play y el fútbol. Egresó como licenciado en Matemática de la facultad de Ciencias Exactas y Naturales (UBA) y se doctoró en la Universidad de Berkeley, en California. Es investigador del CONICET y dirige alumnos de doctorado. Entre muchos premios, recibió el Konex de Platino (2013) y el Mahalanobis, en honor a un matemático de la India. En agosto fue distinguido por la Fundación Bunge y Born.


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