Jorge Medina: "Borges, sin quererlo, fue quizás el primer neurocientífico de nivel en la Argentina"
Admirador del autor de "Funes el memorioso", el ganador del Premio Fundación Bunge y Born es un experto en procesos neuronales que hoy se pregunta por los efectos de la pandemia en la cognición.
Por Martín de Ambrosio
LA NACIÓN, 31 de octubre de 2020.- En el medio de la charla por Zoom hay una interferencia de una publicidad en italiano. "Es que antes de conectarme estaba viendo el Giro de Italia, soy fanático del ciclismo, me veo el Tour de France, la Vuelta de España", sorprende el entrevistado, en medio de una charla sobre neuronas, sobre los mecanismos que hacen funcionar la memoria, sobre Borges como un adelantado en neurociencias y sobre las posibles consecuencias neurológicas de la pandemia. "Y no solo eso: miro fútbol americano, rugby australiano, atletismo, hockey sobre hielo, béisbol. Veo todo. Y no es de ahora: miro a la NBA desde la época de Kareem Abdul-Jabbar", agrega.
El fanático de los deportes es Jorge Medina, considerado una eminencia de la ciencia argentina. Investigador superior del CONICET, es uno de los científicos más citados del país y ha publicado en las revistas más importantes del mundo de la ciencia. Aunque nunca trabajó en el exterior más que en breves períodos, tiene colaboraciones con colegas de todo el planeta y el 11 de noviembre recibirá el premio Fundación Bunge y Born por sus teorías sobre la formación, expresión y persistencia de la memoria (sus colegas Pedro Bekinschtein y Noelia Weisstaub lo harán en la categoría estímulo). "Trabajamos durante muchos años en unas líneas de investigación y en la formación de nuevos investigadores. Nos fue bien; es gente joven que hace ciencia de muy buen nivel", comenta el investigador que ingresó al CONICET en 1984, tras haber estudiado medicina con la certeza de que jamás vería pacientes sino que investigaría sobre los procesos ligados a la memoria.
¿Si tuviera que elegir sus principales logros científicos, cuáles elegiría?
Probablemente un trabajo que hicimos en la década de 1990, donde demostramos que un dogma del estudio de la memoria era falso. Se decía que la memoria de corta duración lleva a la memoria de larga duración, que dependen una de otra. Y no es así, es más como una carrera de caballos. Hay un mecanismo de corto plazo que mantiene la cognición, y otro de larga duración, pero son mecanismos diferentes. El primer trabajo que demuestra que son diferentes es uno que nuestro equipo publicó en la revista Nature en 1998. Hay otro que me gusta, previo, donde demostramos que la leche humana y de vaca bajan la ansiedad e inducen el sueño ya que tienen moléculas que se parecen a las benzodiacepinas o son benzodiacepinas naturales, el principio activo del fármaco que se usa para sedar y llevar al sueño. El tercero es un trabajo de 2007, cuyo primer autor es Pedro Bekinschtein, sobre memorias duraderas: por qué duran mucho o se hacen persistentes.
¿Cómo se sabe cuándo una memoria será corta y cuándo larga?
Cuando adquirís información se prenden distintos mecanismos. Algunos duran segundos, otros minutos u horas, y otros permanecen. Pero se originan diferenciados desde el principio, no es que se dejan postas.
Pero en el momento en que sucede un episodio, ¿Cómo sabe el cerebro si será una memoria corta o larga?
Según las características y la emocionalidad que uno le ponga, y la relevancia consciente o inconsciente que tenga para uno, habrá químicas distintas. Por ejemplo, toda memoria de largo plazo implica la activación de ciertos sistemas de neurotransmisores y ciertas cascadas químicas intracelulares que las de corto plazo no tienen. Las señales son mucho más fuertes y distintivas, mientras que el mecanismo de corto plazo es circunstancial.
¿Por ejemplo?
El mecanismo por el cual uno recuerda un teléfono, lo que me preguntaste recién, o la octava palabra de mi última oración: cosas que supimos durante segundos, pero no las recordamos. Entendiste la frase, la tuviste instantáneamente por uno o dos segundos y punto. Leés un libro, recordás su contenido, pero no con precisión. Son mecanismos eléctricos rápidos en algunos lugares del cerebro. En cambio, las memorias de larga duración se definen operacionalmente como que al menos duran 24 horas, y pueden llegar a durar 80 años. Los lugares no son los mismos. Eso demostramos: en una estructura clave (el hipocampo), la memoria de corto plazo está controlada por cierta química, pero no toca a la memoria de largo plazo, y viceversa.
Sin embargo, hay personas que recuerdan su primer número de teléfono.
Porque lo recordaste varias veces, hiciste un entrenamiento y se vio reforzado. Recordás ese número, pero si te manipulo a los diez minutos te olvidás, aunque sí lo recordarás al otro día. Lo que se decía es que si se rompe la memoria de corto plazo, se rompe la de largo plazo. Pero no, hay independencia.
La otra cara de la memoria es el olvido. ¿Es imposible generar categorías, salir de lo particular, sin olvidar?
Sí. Uno se olvida de los detalles. El mejor ejemplo es la lectura de un libro. Uno se acuerda al día siguiente de muchos detalles, al mes de algunos, pero al año o a los dos años solo te queda el concepto de que fue una lectura maravillosa. Uno va dejando las cosas particulares para ir a las generalidades. Pero también es cierto que hay memorias muy añejas, que recuerdan hasta el más mínimo detalle. Son las traumáticas, muy angustiantes, que recuerdan un robo, un asesinato, una violación, cosas muy duras. La pregunta que hizo Borges, quizá el primer neurocientífico de nivel en la Argentina, que sabía de neurociencia sin quererlo, fue: ¿qué recuerdo, el suceso o la primera vez que lo recordé? Esa es una línea inmensa de investigación que se inauguró hace veinte años y demostró que al recordar se rearman las memorias, porque cambió algo del medio interno o externo. Ya no es el recuerdo original.
Queda el concepto.
El planteo es así. Lo que vos recordás de un hecho particular no es lo mismo que recuerdan cinco o diez personas que vieron el mismo hecho, aunque todos recuerdan lo general: se murió alguien o se incendió una casa. Hasta se puede cambiar el sentido de cosas que nos pasaron de chicos, recuerdos viejos que están escondidos. Es sutil el cambio, pero a la vez es la base de la terapia cognitiva que intenta modificar el sentido de una agresión fuerte que trae una memoria continua. El tratamiento es ir cambiando el sentido, de lo negativo a lo neutro o positivo. Borges tenía razón. Y Borges también decía, en "Funes, el memorioso", que alguien que tarda 24 horas en contar todos los detalles del día anterior no puede pensar. En términos evolutivos no sirve. Ser Funes no sirve.
¿Qué papel juega la memoria en la evolución?
Clave. Pensemos de manera antropocéntrica, para no ir más atrás. Hace tres millones de años, en Etiopía, soy parte de un pequeño grupo de homínidos y si recuerdo que a la derecha hay leones, sobrevivo. De ahí para atrás todos los animales, incluso los más chicos, tienen alguna traza de información guardada para evitar el peligro y encontrar el alimento.
¿Cómo cambia la memoria humana al trabajar en redes mediadas por tecnologías? Hay autores que sostienen que ahí puede haber otro salto evolutivo.
No tengo posición tomada. Nosotros estudiamos los mecanismos básicos, cómo se adquiere, guarda y evoca una información adquirida, ahí me circunscribo. Si se confirma sería fuerte, habría que volver atrás en ciertas teorías.
Las memorias cambian también porque se evocan a través de distintas palabras?
(Interrumpe) O no, puede ser a través de la conducta. A veces no se pueden evocar porque se reprimen las palabras o se suprimen por mecanismos voluntarios. Son memorias que se expresan de otra manera, con otras palabras o con actos. Hago cosas sin verbalizar, no voy allá porque acá estoy cómodo y recuerdo que allá no me hace bien, aun sin ponerlo en palabras.
Reivindica la intuición, de alguna manera.
Sí, sí. Hay gente que hace tal o cual cosa porque tiene información que no verbaliza, pero tiene la experiencia. Tenemos información que en un momento no se puede verbalizar, pero es un bagaje que te sirve para hacer o sentir de tal o cual manera.
Con lo que señala de lo reprimido y su retorno, ¿Freud tenía razón?
Más allá de sus aspectos teóricos que no puedo discutir porque soy un neófito, sí tuvo razón en muchas de las cosas que dijo sobre la memoria. Alguna vez dije en un auditorio de psiquiatras que la memoria es como capas de cebollas y me saltaron varios a decir que lo había dicho Freud hace mucho. Freud también dijo que las memorias se resignifican, y es lo que estamos viendo ahora. Borges lo dijo a su manera: "Las memorias no son más que las grietas del obstinado olvido" . ¡Infernal! Borges era un neurocientífico, además de un escritor formidable.
¿Qué falta saber de la memoria y sus mecanismos?
Mucho. Ahora se puso de moda buscar la traza física, el elemento físico que demuestra que tenés esa memoria. También estamos en pañales en ciertos aspectos del olvido, cosas que uno recordaba hace una semana, un mes o un año y después desaparecen. ¿Qué mecanismo hay en ese olvido? Otra cuestión es cómo hago para mejorar a la gente que no está enferma y pierde la memoria. Gente que se vuelve viejita y la cognición le empieza a flaquear. Esa pequeña disminución de la memoria de la tercera edad puede ser una pérdida "normal" del envejecimiento de los órganos, pero también puede ser causada por enfermedades como el mal de Alzheimer. Está claro que la investigación sobre cómo mejorar la memoria en el envejecimiento normal así como en las enfermedades es un deber que tenemos todos los científicos del área.
¿Se busca la píldora de la memoria, una especie de Grial?
Pero todavía no se la encuentra. Hay laboratorios que han invertido hasta 5000 millones de dólares o más, según me dijo un director científico, en este tipo de investigaciones. Hay fármacos que mejoran la memoria, pero tienen efectos colaterales que los hacen inviables, generan un grado de ansiedad enorme. Mejorar la memoria no puede generar un ataque de pánico. Así no sirve.
¿No pueden mezclarse con otros que a su vez bajen la ansiedad?
No funciona así. Hay una regla: toda droga o fármaco que baja la ansiedad tiende a ser amnésico. Toda sustancia, hasta de la vida cotidiana, como el café, que tiende a mejorar la memoria, genera ansiedad. El café es el mejor ejemplo, te da más memoria pero te pone más loco, te estresa, tenés más ansiedad. La glucosa, el azúcar, es una sustancia necesaria para formar memoria. Con baja glucosa no se funciona.
¿Ese es el problema con los chicos que no aprenden?
Sí, por eso los chicos con mala alimentación no aprenden. Les faltan proteínas y se generan circuitos cerebrales imperfectos. La adquisición cae. No se convierten en "no aprendedores"; aprenden, pero con más dificultad.
¿Cómo ve la pandemia? ¿Hay algún estudio relacionado entre su campo y el COVID-19?
Puedo decir dos cosas sobre memoria y COVID. Se ha visto a posteriori , en la postinfección, que alguna cosa pasa en nuestro cerebro. Se siente cansancio, a veces dolores de cabeza y fundamentalmente aparece un fenómeno donde la cognición está algo borroneada. Hay algunos trabajos que comentan que algo pasa, no es grave, pero algo hay. Respecto del cerebro durante las cuarentenas y restricciones, formo parte de un grupo que está empezando a investigar con gente que puede haber estado o no con Covid y vivió restricciones. Mediante algunas encuestas y mediciones vamos a tratar de ver si hubo efectos sobre la cognición y las memorias. Es un proyecto presentado para su consideración.
¿Qué les pudo pasar a nuestros cerebros en estos meses?
La hipótesis de que hay ciertas alteraciones en la memoria y en algunas facetas de la cognición. Creemos que vamos a encontrar un déficit, no marcado, pero sí visible. Estudiaremos el estado de ánimo, que se puede analizar con tests fáciles. La idea es que también se vio alterado; la pregunta es en qué grado y en qué extensión. Saberlo puede servir para pensar prevenciones frente a un posible segundo brote como el que Europa sufre ahora. Esperamos tener resultados para mayo o junio del año que viene.
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